BORIS JOHNSON Y LAS VENTAJAS DE SER NACIONALISTA

17.09.2019 08:29
 
Boris Johnson es uno de los principales exponentes del globalismo británico, un hombre mucho más convencido acerca de la idea de la Gran Bretaña Global que su predecesora Theresa May que por tibia e indecisa debió dejar el puesto sin lograr el principal objetivo de su gobierno: llevar a cabo una salida ordenada de Europa. No tuvo grandes enemigos y por ende tampoco amigos y terminó siendo el hazmereír de todos. Lloró ante las cámaras y por los rincones. Johnson quiere salirse de la Unión Europea; si le dan la posibilidad de una salida no traumática, tanto mejor. Pero como tiene en mente la idea de la restauración del poder global británico la actitud de los federalistas europeos tiene para él un valor relativo. Si tiene que salirse por las malas, peor para los demás países de Europa. Tiene confianza en sí mismo y en la idea por la que lucha y eso le juega a favor. El Reino Unido es una potencia militar y sobre todo económica y no quiere cargar con el lastre de la tibieza de Europa que con el perverso juego de Merkel de permitir la inmigración indiscriminada está perdiendo su identidad, sus puestos de trabajo, su seguridad interior y su tranquilidad. La idiosincrasia de la mayoría de los británicos sigue siendo la de un pueblo que confía en sus habilidades. Lo demostraron durante los días más oscuros de la Segunda Guerra Mundial y lo siguen haciendo ahora.
 
Los europeos dicen que son los británicos los que deben proponer una salida al punto muerto del brexit. Johnson lo intenta y tiene algo a su favor: no le teme al fracaso. El Reino Unido ya se preparó para el brexit: firmó acuerdos comerciales con cuanto país estuvo dispuesto a hacerlo, se ganó la simpatía del poderoso Donald Trump y no por último, se está armando hasta los dientes. Johnson cuenta con la simpatía de los nacionalistas y de los euroescépticos británicos que empiezan a verlo como un paladín del orgullo británico, un héroe que no se fija en sus heridas sino en los avances hacia la meta. Los europeos afirman que no darán el brazo a torcer, que la solución es responsabilidad de los británicos pero por las noches tiemblan y transpiran. Probablemente Gran Bretaña sobreviviría los efectos de una crisis, el resto de Europa, quién sabe. 
 
Oculta tras su arrogancia, Boris Johnson tiene una gran autoestima y una decisión férrea. Eso le granjea muchos enemigos y aún más amigos y aliados. Las críticas de la izquierda no le molestan, le hacen ver que va por el camino correcto. La deserción de algunos conservadores se ve compensada por el apoyo de aquellos que votaron por la salida en el referéndum del 2016. La bravatas de transformarse en el gigante musculoso verde si lo hace enojar tiene un doble propósito: mostrar su decisión a los propios y su flema inglesa a los ajenos. Con todos sus defectos Johnson tiene una gran virtud: no cuenta heridas ni bajas mientras camina decididamente hacia los que cree correcto. Deshacerse del lastre de algunos arrogantes federalistas europeos lo es.
 

 

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