LA CONSTRUCCIÓN DE LOS PORTAAVIONES CLASE QUEEN ELIZABETH AVANZA. ¿CONTARÁN CON AVIONES CUANDO ESTÉN TERMINADOS?

28.01.2013 07:46

 

Mientras la construcción de los dos portaaviones clase Queen Elizabeth avanza a buen ritmo y el Queen Elizabeth ya está tomando forma, el avión que deberán embarcar estas naves comienza a generar dudas respecto al futuro de la aviación embarcada británica.

 

Para empezar, a principios de este mes se supo que Canadá podría tener que tercerizar el reabastecimiento en vuelo de los F-35, lo cual vuelve a echar un manto de dudas sobre la cantidad de estos aparatos que terminará adquiriendo ese país. Las eventuales reducciones de la cantidad a adquirir podrían influir en el precio por aparato de todo el programa.

 

Pero eso parece ser una noticia menor comparada con otras. El Pentágono afirmó que el F-35 tiene problemas de madurez tecnológica, algo parecido a lo que en español conocemos como “problemas de dentición”. Así se mencionan problemas con el casco, de desarrollo de software y de integración de armas, entre otros. Además de los problemas específicos de cada variante, las tres variantes están teniendo problemas con las superficies horizontales de cola, las cuales están experimentando altas temperaturas que podrían tener impacto sobre los revestimientos de superficie y estructura.

 

Las pruebas de durabilidad estructural continúan, pero el F-35B ha llegado a un obstáculo. El programa de pruebas fue detenido en diciembre del año pasado después de haberse encontrado múltiples grietas en un reborde de contención en la parte inferior del fuselaje.

 

Pero el F-35B tuvo otros problemas. A mediados del presente mes la oficina del Departamento de Defensa a cargo de las operaciones de combate del Joint Strike Fighter suspendió los vuelos del F-35B por motivos de precaución después de haberse descubierto un problema en un componente no utilizado en las variantes A y C.

 

Finalmente, trascendió que al Joint Strike Fighter no se le permitirá volar cerca de tormentas hasta que parte de la aeronave no haya sido rediseñada, según un informe del Pentágono. La empresa fabricante relativizó la magnitud del problema.

 

Desde el Ministerio de Defensa británico se expresó que los problemas son normales, manifestando que la finalidad de la fase de pruebas de desarrollo es precisamente la de revelar las cuestiones a resolver, con el fin de que se les puedan hallar las soluciones del caso. En parte realmente es así. El problema radica en que las dilaciones se van sumando y los costos crecen. Los británicos podrían encontrarse con la desagradable situación de tener un portaaviones terminado pero carecer un avión confiable para formar su dotación. Si a eso le sumamos que el F-35 será el reemplazante de los Tornado de la RAF, la situación se torna aún más compleja.

 

Cuando oportunamente señalamos el error que cometieron los británicos al vender sus Harrier a los estadounidenses hubo quien nos dijo que magnificábamos el problema. Ahora esa sería una afirmación muy difícil de sostener.