LA ESTRATEGIA EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL - DECIMOCUARTA PARTE: LA INVASIÓN ALEMANA DE LA UNIÓN SOVIÉTICA (continuación IV)

17.06.2013 07:38

 

Al comienzo de este trabajo dijimos que el concepto de estrategia militar admite diferentes definiciones. Para algunos se denomina así a la dirección las operaciones militares - que parte de un análisis de las condiciones y medios de combate propios y del enemigo, del tiempo y del terreno - a fin de establecer el uso más eficiente de las potencialidades de las propias fuerzas, dirigidas a lograr la derrota del adversario al menor costo material, humano, político y económico posible. Para nuestro gusto es una definición muy estrecha y acotada y demasiado difusa en su límite con la táctica, máxime cuando estamos hablando de la Segunda Guerra Mundial. La estrategia es lo dicho arriba pero también mucho más.

 

Una de las cuestiones que deberían tener en cuenta los estrategas es el momento en que se lleva a cabo cada acción, o lo que en inglés se denomina “timing”. El término “timing” implica, abarca, muchos factores. Incluye el momento en que se inicia determinada acción, la sincronización entre diferentes acciones, el ritmo con que se ejecuta cada una y más.

 

Si los aliados del Eje tuvieron una gran falencia fue precisamente la falta de coordinación entre ellos. Cada uno actuó de manera casi independiente de las decisiones y acciones del otro. Eso fue consecuencia, al menos en parte, del nacionalismo exacerbado y del autoritarismo de cada uno de ellos. Sería interesante saber cuáles fueron - si es que hubo alguna - las entidades supranacionales que coordinaron a los aliados occidentales.

 

A tal punto llegó la falta de coordinación entre los aliados del Eje que, al parecer, Hitler no comunicó a Japón e Italia que iba a iniciar el ataque a la URSS. En parte, eso se debió también a que Hitler pensaba que la suerte de los soviéticos se decidiría en cuestión de semanas. No fue así. El invierno encontró a los alemanes a 50 kilómetros de Moscú, sin ropas adecuadas, sin raciones adecuadas, sin anticongelantes para sus vehículos, con armas y equipos inadecuados para combatir en el helado clima ruso de invierno.

 

En una acción militar como la emprendida contra la Unión Soviética, en un terreno tan vasto e impredecible, Hitler debió conceder a sus fuerzas armadas un margen de “error” (en realidad más tropas y materiales de reserva y sobre todo más tiempo para la consecución de cada objetivo) para el desarrollo de diferentes acciones. Debió comprender que la guerra relámpago tenía limitaciones. No lo hizo y millones de efectivos quedaron desplegados profundamente dentro del territorio ruso. No contaban como lo mínimo necesario para una guerra de invierno. Entonces los rusos comprendieron que para ellos era el momento propicio para iniciar el contraataque. Con soldados bien equipados para el crudo invierno ruso, lanzaron la contraofensiva.