LA ESTRATEGIA EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL - DECIMOQUINTA PARTE: EL EXPANISONISMO JAPONÉS Y EL ATAQUE A PEARL HARBOR (continuación)

06.07.2013 12:14

 

El ataque a Pearl Harbor fue una ofensiva militar - teóricamente sorpresiva  - efectuada por la Armada Imperial Japonesa contra la base naval de los Estados Unidos en Pearl Harbor, Hawái. Con el ataque se pretendía neutralizar a las fuerzas estadounidenses - en particular a su marina de guerra - para evitar que los EEUU pudieran reaccionar ante las operaciones que se lanzarían con el fin de ocupar colonias británicas, holandesas y estadounidenses en el sudeste de Asia. Además de la base naval propiamente dicha, más precisamente los buques que se encontraban en ella, serían atacadas bases aéreas de la marina y del cuerpo aéreo del ejército de los Estados Unidos (USAAC), situadas en las islas de Hawái. El ataque no fue un hecho aislado sino que se produjo casi en simultáneo con otras acciones en todo el futuro frente del Pacífico.

 

La base naval y las aéreas fueron atacadas por entre 353 a 392 aeronaves niponas, entre cazas, bombarderos-torpederos y bombarderos en picada, que despegaron de seis portaaviones. Buque más, buque menos, resultaron dañados o completamente destruidos o inutilizados los ocho acorazados estadounidenses estacionados en el puerto, tres cruceros, tres destructores, un buque escuela, un buque taller, un buque nodriza de hidroaviones y un minador.

 

Los norteamericanos perdieron unas 188 aeronaves y murieron entre 2.402  y 3.405 estadounidenses y unos 1200 quedaron heridos de diversa consideración. Sin embargo, los japoneses no atacaron ni la central eléctrica ni el astillero. Tampoco atacaron las instalaciones de mantenimiento, los depósitos de combustible y torpedos, los muelles de submarinos ni el edificio del cuartel general y de la sección de inteligencia. Eso se pudo haber hecho ya sea en la segunda oleada de ataque (al menos parcialmente), ya sea en una tercera.

 

Hubo una acalorada discusión entre los mandos nipones sobre la conveniencia o no de lanzar una tercera oleada. El jefe de la primera oleada afirmaba que era conveniente realizar un tercer ataque. Sostenía que quedaban por destruir los diques secos y depósitos de combustible. Argumentaba además que ese ataque atraería a los portaaviones estadounidenses (ninguno de ellos se encontraba en la base al momento del ataque) y la flota nipona podría atacarlos sorpresivamente. El tercer ataque no tuvo lugar. Eso dio a los estadunidenses la oportunidad de recuperarse más rápidamente del desastre.