LA ESTRATEGIA EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL - DECIMOQUINTA PARTE: EL EXPANISONISMO JAPONÉS Y EL ATAQUE A PEARL HARBOR (continuación II)

06.07.2013 12:16

 

Algunos militares japoneses comprendieron de inmediato que, sin la destrucción de los portaaviones norteamericanos, el éxito del ataque había sido parcial. El poderío industrial y los “recursos humanos” estadounidenses, tal como ellos los denominan, no tardarían en poner al país en condiciones para iniciar una guerra victoriosa.

 

El ataque a Pearl Harbor conmocionó profundamente al pueblo estadounidense y llevó a la entrada de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, tanto en Europa como del Pacífico. Eso provocó cambios en el tablero geoestratégico mundial. Al día siguiente del ataque, 8 de diciembre, los Estados Unidos le declararon la guerra al Imperio del Japón. Las operaciones posteriores de los EEUU llevaron a que Alemania e Italia les declararan la guerra el 11 de diciembre. Al día siguiente los estadounidenses hicieron lo propio con ellos.

 

Por su parte Japón había atacado a los EEUU sin una declaración de guerra formal, mientras se llevaban a cabo negociaciones para destrabar el conflicto entre ambas naciones. En realidad esas últimas negociaciones fueron un ardid más que los japoneses utilizaron para lograr la presunta sorpresa. Ese hecho llevó al presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt a calificar al 7 de diciembre de 1941 como “una fecha que vivirá en la infamia”.

 

Objetable desde muchos otros puntos de vista, desde el punto de vista meramente militar (si es que vale disociar ese factor de los demás) la actitud japonesa fue la adecuada. De hecho los propios Estados Unidos habían estado ayudando a los británicos de manera solapada. Comenzaba así una guerra cruel que duraría casi cuatro años. Los japoneses cometieron infinidad de atrocidades. Algunas de las más altas autoridades estadounidenses no se quedarían atrás. En lo inmediato, unos 120.000 inmigrantes japoneses y norteamericanos de origen japonés fueron expulsados de sus hogares y enviados a campos de concentración. Las condiciones de vida en los mismos eran duras.