LA ESTRATEGIA EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL - NOVENA PARTE: LA BATALLA DEL ATLÁNTICO EN “LOS TIEMPOS FELICES” (continuación)

09.05.2013 07:01

 

El 1 de septiembre de 1935 Dönitz - veterano de la IGM - fue ascendido al grado de Capitán de Navío de la Kriegsmarine. Ese mismo mes recibió el mando de la 1ª flotilla de sumergibles Wediggen, que contaba con tan solo tres unidades. El 1 de enero de 1936 fue nombrado Comandante en Jefe de los submarinos. En enero de 1939 Dönitz fue ascendido al grado de Comodoro y el 10 de octubre, a apenas algo más de un mes de iniciadas las hostilidades, al de Contralmirante.

 

Antes de la Segunda Guerra Mundial, Karl Dönitz había presionado para tratar de lograr que la flota alemana se basara en submarinos. Sabía que los buques de superficie eran muy vulnerables y que la Marina Real británica era mucho más poderosa que Alemania en lo concerniente a sus respectivas flotas de superficie. Su posición era opuesta a la del almirante Erich Raeder, que no comprendió que los acorazados pronto perderían su razón de ser.

 

El 1 de septiembre de 1939 el Comodoro Dönitz contaba con apenas 57 submarinos, de ellos sólo 22 eran oceánicos del tipo VII, que podían operar en el Atlántico. El resto eran mayormente sumergibles costeros y muchos eran muy viejos. Así se lo hizo saber a los altos mandos de la Kriegsmarine. El 3 de septiembre Inglaterra declaraba la guerra a Alemania. La misma había empezado demasiado pronto para la marina alemana que apenas comenzaba un gran plan de construcciones.

 

Los alemanes comprendieron que no podrían enfrentar a la Royal Navy para aniquilarla y que su única oportunidad residía en atacar las comunicaciones comerciales del enemigo, interrumpiendo el suministro de alimentos, petróleo, materias primas y otros. Para eso necesitaban más submarinos. La mayor parte de los recursos dedicados a la construcción de naves de superficie fueron desviados a la construcción masiva de submarinos.

 

En agosto de 1939 sólo 22 sumergibles de la Kriegsmarine podían operar en el Atlántico. Lo aconsejable era mantener 1/3 de los mismos en puerto, 1/3 yendo al teatro de operaciones o volviendo del mismo y el tercio restante en teatro de operaciones. Los alemanes podían tener como mucho 7 submarinos en acción. Eso era totalmente insuficiente.

 

Se incrementó la producción y Dönitz decidió neutralizar la técnica de convoyes con los ataques de las “manadas de lobos”. Cuando un submarino descubría un convoy lo comunicaba por radio a otros en la zona. Los mismos se reunían para atacarlo simultáneamente por la noche.

  

En el año 1941, fueron hundidos por los U-Boote 432 mercantes aliados, sumando más de dos millones de toneladas. Los alemanes perdieron 34 o 35 U-Boote. A pesar de las bajas que sufrió el servicio de U-Boote, la batalla del Atlántico estaba lejos de haber concluido. En invierno de 1941 se producían cada vez más submarinos.