LA ESTRATEGIA EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL - NOVENA PARTE: LA BATALLA DEL ATLÁNTICO EN “LOS TIEMPOS FELICES”

08.05.2013 21:29

 

A partir de junio de 1940, lo alemanes tuvieron a su disposición la extensa costa noruega y, más importante aún, la de Francia. La ocupación de esos países cambió el mapa geopolítico y la situación geoestratégica de forma adversa para Gran Bretaña. Además de alcanzar el interior del Atlántico, los submarinistas alemanes ganaron acceso a las costas africanas. A fines de octubre de 1940 era hundido hasta el 40% de los mercantes que formaban parte de un convoy. Fue la época a la que los submarinistas alemanes denominaron “los tiempos felices”.

 

Ya en el transcurso de la Primera Guerra Mundial el Océano Atlántico fue el espacio donde se combatió en torno al punto más vulnerable del Imperio Británico: sus rutas de suministro marítimas. Como nación insular, Gran Bretaña dependía en gran medida de los suministros que le llegaban por mar. Ante la imposibilidad de superar el predominio de la poderosa Royal Navy en la superficie, Alemania optó por la estrategia de llevar adelante una guerra predominantemente submarina contra los mercantes enemigos.

 

La situación vivida en la IGM se repitió a partir de 1939 en otra gran batalla naval, la Batalla del Atlántico, que se prolongó casi toda la Segunda Guerra Mundial. Por sus características, más que una prolongada batalla, fue casi una guerra dentro de la Guerra. Para los fines de este artículo consideraremos como Batalla del Atlántico a aquella que se combatió en torno a los submarinos alemanes, no considerando las acciones que tuvieron lugar en torno a la flota teutona de superficie. Algunos historiadores incluyen estas últimas operaciones dentro de la misma.

 

En 1934 Hitler anunció el fortalecimiento de la marina de guerra alemana con la anuencia de los británicos, que temían a la URSS. Los ingleses creyeron que el propósito del líder alemán era la revisión del Tratado de Versalles. En junio de 1935 Gran Bretaña y Alemania firmaron un acuerdo que permitía al Führer incrementar el tonelaje de su marina de guerra hasta el 35% del de la Royal Navy y el 45% en el caso de los submarinos. Ese año comenzaron a construirse en Finlandia, por encargo de los alemanes, 14 submarinos tipo Vesikko de 250 toneladas.

 

Cuando finalmente los alemanes comenzaron a planificar la construcción de una flota que pudiera hacer frente a la Marina Real británica, los teutones subestimaron la importancia que estaba adquiriendo la aviación naval y se concentraron en la construcción de acorazados.

 

Pero hubo un hombre que tenía ideas más claras sobre cómo debía ser llevada a cabo la guerra naval contra los británicos. Tal como Yamamoto en Japón predijo con bastante anticipación la importancia que cobrarían los portaaviones, en Alemania Karl Dönitz supo ver la enorme importancia estratégica que adquirirían los submarinos.