LA ESTRATEGIA EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL –TERCERA PARTE: LAS ACCIONES ESTRATÉGICAS ANTES DEL INICIO DE LA GUERRA

19.04.2013 16:15

 

Antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial los alemanes ya habían tomado una serie de medidas que los dejaron en una posición estratégica casi inmejorable para invadir Polonia. No nos dedicaremos a evaluar si todo eso fue fruto de la planificación o si en parte fue la consecuencia imprevista de diversos acontecimientos. Lo cierto es que los alemanes se prepararon para la guerra.

 

En la década de 1930 la expansión de la industria y el progresivo desarrollo de las comunicaciones condujeron a una fuerte competencia internacional en busca de mercados y materias primas. Gran Bretaña, Francia, Holanda, Italia y los Estados Unidos de Norteamérica eran algunos de los países que tenían colonias y cuando Hitler comenzó a buscar el “espacio vital” para el pueblo alemán, muchas zonas del mundo ya estaban colonizadas, algunas en forma abierta, otras de modo más sutil.

 

En esa época el comunismo llevó a que la Unión Soviética fuera aislada en alguna medida por algunos países europeos y el fascismo y el nazismo no eran vistos con el desagrado con que se los mira - no sin razón – en retrospectiva. Sin embargo Hitler había explicitado sus planes en su obra “Mein Kampf” (Mi lucha). No se lo tomó en serio y ese fue un error de apreciación grave. Claro que en los años de preguerra eso no era tan fácil de ponderar como lo es ahora.  

 

Para llevar a cabo sus planes de conquista del espacio vital (Lebensraum), Hitler inició un secreto pero masivo esfuerzo de rearme, violando las cláusulas de desarme y otras garantías que el Tratado de Versalles había impuesto a Alemania. Tras la toma del poder por parte de los nazis, el rearme se convirtió en una prioridad del gobierno alemán. Hitler inició una fuerte expansión de la producción industrial de Alemania, una expansión sin antecedentes en ese país hasta ese momento.

 

Así y todo, Alemania no comenzó la guerra con una gran superioridad bélica sobre otros países, tal como cree mucha gente. Al menos en parte esa ponderación errónea fue fruto de la propaganda nazi y de los servicios de inteligencia alemanes, que lograron que muchos vieran en las fuerzas alemanas un enemigo casi invencible. Sí había una gran coordinación entre el componente terrestre de la Wehrmacht y la Luftwaffe, con lo que se logró aplicar el revolucionario concepto de guerra relámpago. A eso se le sumó una gran flexibilidad táctica, que incluso permitía una buena cuota de iniciativa personal a los comandantes alemanes (incluyendo a oficiales de menor rango), que podían explotar ciertas ventajas o cerrar ciertas brechas, sin la necesidad de esperar una orden directa en tal sentido. En ese sentido en el bando aliado se dio el fenómeno contrario. La pusilanimidad británica (después también la estadounidense) hizo que muchas oportunidades tácticas fueran desaprovechadas.

 

Esa misma pusilanimidad inglesa se mostró en la preguerra en su política de “apaciguamiento”, la cual tuvo más de comodidad, ingenuidad y miedo que de verdadera y madura vocación de paz. Esa misma permisividad falló en reaccionar ante el expansionismo italiano. Francia también tuvo su cuota de actitud pasiva. La pusilanimidad británica y francesa llegó a tal punto que cuando la Sociedad de Naciones impuso pequeñas sanciones y un embargo a Italia por su ataque a Abisinia, Gran Bretaña y Francia siguieron vendiendo petróleo a Italia. De hecho Gran Bretaña podría haber complicado mucho a los italianos simplemente cerrando el estratégico Canal de Suez, impidiendo así el aprovisionamiento italiano. Es más, podría haber privado a los italianos de todas sus importaciones de combustible.

 

Cuando Hitler anexó Austria al Reich, los británicos manifestaron no hallarse en condiciones de proteger a Austria (¡a pesar de ser los dueños de un imperio!). Ante las presiones de Hitler, Inglaterra y Francia consintieron en que éste desmembrara Checoslovaquia, incorporando los Sudetes a Alemania. Los alemanes invadieron el resto de Checoslovaquia. Polonia y Hungría también se hicieron de partes de ese país.