Había otro gran punto de desacuerdo entre los griegos y los británicos. Los últimos pretendían que las tropas helenas y británicas se desplegaran a lo largo del río Aliakmon. Eso implicaba abandonar todo el noreste del país (Tracia y la Macedonia griega, incluida su capital - Tesalónica). También implicaba desaprovechar una sólida línea de fortificaciones, la línea Metaxas, construida para defender Tesalónica y su zona de influencia. La propuesta británica ofuscó al jefe del gobierno griego, el general Ioannis Metaxas o Metaxás, quien aseveró que si los británicos no mandaban 9 divisiones, sería mejor que no enviaran ningún soldado. Sería provocar a los alemanes a cambo de casi nada. Realmente hasta hoy en día resulta difícil comprender la actitud de Wavell, quien jugaba de esa forma con lo que en ese momento constituía el único enclave estratégico de los ingleses en la Europa continental.

El 24 de enero de 1941 el general Metaxas murió y su sucesor en el gobierno manifestó su disposición a aceptar la casi simbólica ayuda militar británica. Churchill, por su parte, envió a El Cairo a su Secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Anthony Eden, acompañado por el Jefe del Estado Mayor británico para ordenar a Wavell y al almirante Cunningham que ayudaran a Grecia. Los británicos realizaron una nueva oferta de ayuda de 100.000 efectivos. Grecia accedió, aunque quedó en el aire el asunto de Tracia y Macedonia.

Después de eso, Eden se dirigió a Turquía, tratando de persuadir al gobierno turco de sumarse a la guerra. Chocó con la firme negativa del gobierno de Ankara.

Los alemanes, por su parte, continuaban concretando su estrategia diplomática, presionando al Príncipe Regente Pablo para que Yugoslavia se sumara al Pacto Tripartito o Pacto del Eje. En parte, esa presión se debía a una cuestión de movilidad estratégica. Los planificadores militares germanos notaron que no había líneas férreas que comunicaran a Grecia con Bulgaria. Era necesario contar con la línea ferroviaria Belgrado-Tesalónica. Las fuerzas del Eje necesitaban atravesar el territorio Yugoslavo.

La Presidente de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, decidió modificar parte de su gabinete de ministros. Los cambios fueron anunciados por el Secretario de Comunicación Pública, Alfredo Scoccimarro, ayer jueves 30.

El actual legislador del gobernante Frente para la Victoria (FPV) Agustín Rossi sustituirá a Arturo Puricelli en la cartera de Defensa. Puricelli pasará a ser el nuevo Ministro de Seguridad en el lugar de Nilda Garré. Garré será propuesta al Congreso Nacional como embajadora ante la Organización de Estados Americanos (OEA).

Agustín Rossi, quien hasta ahora conducía el bloque kirchnerista en la Cámara de Diputados, tiene fama de ser un hombre con buena capacidad de conciliar posiciones pero a la vez es obediente a la Presidente. Puricelli, que ahora pasa a Seguridad, fue muy cuestionado por los problemas que se registraron durante la última Campaña Antártica de Verano, a la que Argentina siempre le dio mucha importancia. Garré, que ocupo el Ministerio de Defensa con anterioridad a Puricelli es una administradora aceptable, más allá de que sus posturas ideológicas puedan sernos antipáticas. No se espera que las modificaciones en el gabinete generen grandes cambios en la política y la administración de las áreas en cuestión.  

Dado que su fuerza aérea no podía no podía enfrentarse con éxito a la italiana, Grecia había aceptado la ayuda de la RAF. Pero dados los excelentes resultados obtenidos por los soldados helenos en tierra, no parecía prudente aceptar la entrada de fuerzas terrestres británicas. Eso podría provocar a los alemanes. De todos modos los británicos se encontraban preparando ambiciosas operaciones en el norte de África y no tenían muchos efectivos disponibles.

La idea original de Hitler era tomar solo el norte de Grecia, ya que no quería distraer demasiados recursos, los cuales quería reservar para la invasión de la Unión Soviética. En la zona ocupada, la Luftwaffe podría establecer bases para interceptar las eventuales acciones aéreas de la RAF contra los pozos de petróleo de Ploiesti. La Luftwaffe no veía con buenos ojos ese plan. Desde esas bases podía enfrentar las acciones aéreas británicas, pero no impedirlas. Si se quería eliminar de plano la posibilidad de los ataques aéreos a Ploiesti era necesario ocupar toda Grecia.  

Las fuerzas alemanas se concentrarían en Rumania. Desde allí 24 divisiones pasarían a suelo Búlgaro ni bien eso fuera posible, ya que para cuando se planificó la invasión, Bulgaria aún no se había adherido al Eje. El ataque estaba previsto para marzo de 1941. Estaba planeado que los alemanes ocuparan el norte de Grecia y la isla de Lemnos, que era la más cercana de las usadas por la RAF. Se esperaba que los italianos reanudaran el ataque y tomaran el resto del país.

Mientras los alemanes planificaban, Churchill ordenó a sus comandantes en El Cairo, Egipto, que reforzaran a los griegos a cualquier precio, incluso si eso perjudicaba la ofensiva planeada en el norte de África. Wavell, el comandante de las fuerzas terrestres británicas en el Cercano Oriente no hizo mucho caso a su Primer Ministro. Visitó Atenas recién a mediados de enero de 1941.

Los griegos le explicaron su delicada situación. Buena parte de sus tropas estaban concentradas frente a los italianos, en el noroeste del país. Eso dejaba desprotegido el noreste, es decir la frontera con Bulgaria. Para protegerla se necesitaban al menos nueve divisiones británicas y un fuerte refuerzo de los medios aéreos. Wavell ofreció un regimiento de artillería, uno mixto de cañones antitanque y antiaéreos y un grupo blindado. Más adelante, dijo, enviaría dos - tal vez tres - divisiones de infantería.

Alemania tiene la intención de comprar 16 aviones no tripulados armados en los próximos años, cinco de los cuales deberían estar operativos en el año 2016. Representantes de las fuerzas armadas alemanas ya se habrían reunido con funcionarios israelíes y estadounidenses para analizar la compra de drones de ese origen.

La noticia surge en medio de una fuerte polémica por el abandono por parte del Ministerio de Defensa alemán de un proyecto de construcción de aviones no tripulados de reconocimiento y vigilancia, en el que ya se habían invertido 508 millones de euros, es decir unos US $657 millones de dólares.

El proyecto no se habría abandonado por cuestiones de costos, sino porque sería difícil cumplir con las normas necesarias para obtener la aprobación para su operación en el espacio aéreo europeo. Algunos especialistas afirman que en realidad se está sobredimensionando la cuestión regulatoria y que solo hubiera sido cuestión de tiempo lograr que Europa elaborara un marco regulatorio tal, que permitiera el uso de esos drones.

La noticia alimentó una controversia - que en Alemania de por sí es grande - respecto al uso de vehículos aéreos no tripulados. Los alemanes se cuestionan (con  razón) sobre los "daños colaterales" que provocan los drones en el campo de batalla. De hecho ni siquiera se puede hablar de campo de batalla cuando los drones son empleados para asesinatos “selectivos”.

La oposición surgió también en otro plano, cuando se conoció la información de que la compañía ferroviaria Deutsche Bahn quiere probar sus propios helicópteros no tripulados, equipados con cámaras infrarrojas. Los aparatos serían usados para defender los trenes del vandalismo. El temor es que los aparatos terminen siendo usados para la violación de la privacidad e intimidad de las personas. No sería fácil evitar que un operario inescrupuloso abuse de este tipo de tecnología, que genera un justificado rechazo. Hay formas menos intrusivas de alcanzar los objetivos que se persiguen.

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Este viernes, 31 de mayo, el destructor Tipo 42 HMS Edinburgh de la Royal Navy regresará a la base naval de Portsmouth por última vez. El 6 de junio, el último destructor Type 42 de la Marina Real británica será dado de baja formalmente.

El último despliegue operacional del Edinburgh, consistió en un patrullaje de seis meses en el Atlántico, que incluyó las aguas que rodean los archipiélagos australes argentinos. Fue precisamente en esas aguas donde tuvieron lugar los peores momentos de los Type 42 de la RN.

Los tipo 42 o clase Sheffield fueron diseñados a mediados de la década de 1960 con el propósito de proveer defensa de aérea de área mediante sus diversos equipos electrónicos y sus misiles Sea Dart. No fueron tan eficaces como se esperaba pues el HMS Sheffield y el HMS Coventry fueron hundidos durante la Guerra de Malvinas.

Como Argentina también contaba con dos destructores tipo 42, esa guerra fue la única en la historia en la cual dos unidades de superficie del mismo tipo estuvieron en servicio en bandos opuestos. El hecho de poseer dos destructores del tipo 42 permitió a las fuerzas argentinas planificar mejor los exitosos ataques contra la flota británica durante las acciones que tuvieron lugar en el Atlántico Sur. Ahora los clase Sheffield están siendo reemplazados por seis destructores de defensa aérea Type 45.

Con el retiro del HMS Edinburgh, el último buque de la clase Sheffield en permanecer en operaciones es - irónicamente - un buque de la Armada Argentina. El ARA “Hércules” sigue cumpliendo un rol importante como uno de los escasos medios de proyección de la Infantería de Marina de la Armada Argentina.

Debido a que su material electrónico se estaba convirtiendo en obsoleto, a que la Armada Argentina no contaba en ese momento con ningún buque de asalto anfibio y frente a la necesidad de contar con una nave que pudiera operar helicópteros Sea King sin mayores restricciones, en la década de 1990 se decidió modificar al Hércules y convertirlo en Transporte Rápido Multipropósito o buque de comando anfibio. Se le ampliaron sustancialmente la cubierta de vuelo y el hangar, que ahora puede alojar dos helicópteros medio-pesados. El ex destructor también puede embarcar botes Zodiac Mk5 del Batallón de Vehículos Anfibios de la Infantería de Marina (IMARA) y efectivos de la misma.

Cuando la Luftwaffe alemana fracasó en su intento por establecer la supremacía aérea sobre el Canal de la Mancha, necesaria para la invasión de Gran Bretaña, Hitler dirigió su mirada a la Unión Soviética. De todos modos, por cuestiones raciales, el Führer prefería no entrar en guerra con los ingleses. Eso no quitaba que no conociera el peligro que representaría Gran Bretaña si comenzaba el ataque a la URSS. Si dañaba los intereses coloniales de los británicos, éstos tal vez se mostrarían dispuestos a negociar. Ese era un trabajo que podían dejar a sus aliados y potenciales aliados. Los italianos debían avanzar hacia el Canal de Suez. El líder nazi esperaba que España entrara en guerra junto a las fuerzas del Eje, de modo que pudiera atacar Gibraltar.

Italia fracasó en el norte de África, de modo que los alemanes deberían apoyarlos con el Afrika Korps. Franco dejó clara su postura de no involucrarse en la guerra y tampoco el gobierno francés de Vichy se mostró dispuesto a involucrarse en la contienda. Para el colmo Mussolini invadió Grecia en una acción que fracasó rápidamente. Los ingleses tendrían ahora la posibilidad de ofrecer su apoyo a los griegos, entrando al continente por el lugar menos esperado. Ahora los británicos llevarían efectivos aéreos a las islas de Creta y Lemnos, con el objetivo aparente de ayudar a Grecia. Desde esas islas los aviones británicos podían alcanzar Ploiesti. Hitler decidió ocupar Grecia desde Bulgaria.

Entre Alemania y Grecia había de por medio varios países, a los que era necesario atraer al Eje para que permitieran el paso de las tropas germanas. Hitler no perdió el tiempo. Para el 20 de noviembre había logrado la adhesión de Hungría. Bulgaria y Yugoslavia le llevarían más tiempo, pero para el 25 de marzo de 1941 ambos países se habían adherido a las fuerzas del Eje. De hecho, aún antes de adherirse formalmente al Eje, Bulgaria ya cooperaba con los alemanes, ya que temía que Turquía entrara en guerra. Dos divisiones Panzer alemanas establecidas en ese país se acantonaron en la zona más próxima a Turquía. Los búlgaros también permitieron la entrada de efectivos especializados de la Luftwaffe, que vigilarían su espacio aéreo y la de ingenieros que supervisarían carreteras y líneas férreas, en vistas al próximo  paso de los teutones con rumbo a Grecia. Cuando el 1 de marzo Bulgaria adhirió formalmente al Eje, las tropas alemanas entraron masivamente a ese país.

La península balcánica es una de las tres grandes penínsulas del sureste de Europa y se encuentra rodeada por mares. Éstos son el Mediterráneo (o el Adriático, el Jónico y el Egeo) al sur y al oeste y el Mar de Mármara y el Mar Negro al este. La península de los Balcanes está separada de Asia por los estrechos de Dardanelos y el del Bósforo, menos conocido por nosotros como el estrecho de Estambul.

Antes de la invasión alemana de la Unión Soviética, ésta región de Europa cobró una gran importancia estratégica, más por imperio de las circunstancias que porque los alemanes lo hayan querido. De hecho los alemanes fueron empujados a los Balcanes por algunas acciones en un principio totalmente ajenas a Hitler y los altos mandos militares alemanes.

Los soviéticos, haciendo una interpretación muy libre del anexo secreto del pacto Ribbentrop-Molotov, intimaron a Rumania a entregarles las regiones fronterizas de Bukovina y Besarabia. Lo hicieron en un momento en que Hitler y sus seguidores todavía estaban celebrando su exitosa invasión de Francia. Temiendo que los soviéticos formularan nuevas exigencias territoriales, los alemanes consideraron pertinente bloquear la posibilidad de tal avance. Con tal fin, pusieron su mirada en Rumania. Pero el anglófilo rey Carol I no estaba dispuesto a colaborar con los alemanes. Los alemanes contribuyeron a que abdicara en su hijo Miguel. Se formó un nuevo gobierno que, liderado por el general Antonescu, impuso una orientación proalemana.  

Existía un riesgo adicional, Hungría, que un año antes se había convertido en país vecino de la Unión Soviética, también corría el riesgo de ser víctima del expansionismo soviético.

En la primera semana de octubre de 1940 las tropas alemanas entraron en Rumania. A Antonescu la presencia alemana le servía como un reaseguro contra nuevos reclamos territoriales por parte de Hungría y Bulgaria, que habían aprovechado las exigencias soviéticas para hacer las suyas propias. Con su entrada en Rumania las fuerza alemanas podían proteger los vitales yacimientos petrolíferos de Ploiesti y tenían un punto de partida para el futuro ataque a la Unión Soviética.

El destructor antiaéreo tipo 45 HMS Daring zarpó hoy de su apostadero habitual de la base naval de Portsmouth, iniciando lo que en principio será un despliegue de nueve meses en el Lejano Oriente y el Océano Pacífico. El buque y su tripulación también representarán al Reino Unido en las celebraciones del 100 aniversario de la Marina Real Australiana.

Éste será el segundo despliegue operacional del Daring. El primer despliegue operativo de este destructor no estuvo exento de dificultades. En marzo del año pasado la nave fue sometido a reparaciones secretas en el astillero Arab Shipbuilding and Repair Yard, en Bahrein, después de haber sufrido una grave falla mecánica.

El buque tuvo problemas con un rodamiento del eje de estribor. Los expertos afirman que el hecho tendría relación con otro ocurrido en noviembre del 2009, cuando la nave quedó a la deriva en pleno Atlántico luego de haber perdido el poder después de una visita a Nueva York. En esa ocasión tuvo que volver como pudo a Halifax, en Canadá, para ser reparado.

Los problemas habrían sido causados ​​por un eje de transmisión de la hélice, que estaría doblado y por ende desalineado. Hay quienes afirman que hasta que no sea sometido a una reparación mayor - que implicaría un tiempo fuera de servicio - el problema será recurrente.

Dado que el Daring finalizó su primer despliegue operacional el 1º de agosto del año pasado, dado que a mediados de noviembre del 2012 realizó una visita a la Isla de Guernsey, en el Canal de la Mancha y dado que acaba de cumplir seis semanas de entrenamiento operacional, es dudoso que haya habido tiempo para una reparación mayor. No trascendió ninguna información en el sentido de que se hubiera hecho alguna reparación de ese tipo. Será interesante, por lo tanto, ver cómo se desempeña este destructor Type 45 en su segundo despliegue operacional.

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Al menos inicialmente ni Hitler ni los altos mandos alemanes comprendieron la importancia del norte de África para el control del Mediterráneo. O lo comprendieron pero minimizaron la importancia del Mediterráneo como tal o creyeron que los italianos podrían controlarlo. O simplemente Hitler estaba demasiado ansioso por invadir la Unión Soviética. Sería un error que las fuerzas alemanas e italianas pagarían caro. En noviembre de 1942 los aliados desembarcaban en Marruecos y Argel para avanzar hacia Túnez.

Los soviéticos habían presionado fuertemente a los americanos y británicos para comenzar las operaciones en Europa y abrir un segundo frente que redujera la presión de las fuerzas alemanas sobre la Unión Soviética en el frente oriental. Fueron los británicos los que propusieron un ataque contra el África del norte francesa. Con ello pretendían desalojar a las fuerzas del Eje de esa región, mejorar el control naval del Mediterráneo y preparar una invasión del sur de Europa occidental.

No queremos adelantarnos en el tiempo en nuestro análisis. Mencionamos este hecho sólo para que se comprenda la gravedad del error alemán mencionado arriba. En defensa de los altos mandos alemanes podemos decir que comprendieron que los italianos no podrían luchar solos contra las fuerzas del general Wavell y lograron convencer a Hitler de que hablara con Mussolini, con el fin de persuadirlo de aceptar la ayuda alemana. Recién cuando los italianos empezaron a tener dificultades en Egipto aceptaron esa ayuda, pero sólo la de la aviación y la de unidades antiaéreas.

Recién en noviembre de 1940, cuando las dificultades italianas se agravaron, aceptaron una colaboración alemana más sustanciosa. De todos modos las fuerzas que acompañarían a Rommel al norte del continente africano fueron bastante limitadas. Hitler ya había comenzado a preparase para invadir la Unión Soviética.  

Tal vez los robots tendrían más razón de ser, si se los desplegara desde los buques de la Flota Real Auxiliar. Pero las naves de la RFA, aunque cuentan con armas y cumplen funciones de patrullaje, no son verdaderos buques de guerra. Son aptos para zonas de conflictos de baja intensidad, pero en un conflicto de mayor escala ellos mismo necesitarían de escolta. De todos modos podrían operar drones, pero dudamos que los existentes en el presente, pudieran tener mucho valor en conflictos de gran escala.

Los drones submarinos desplegables desde submarinos podrían tener algún valor más importante, por razones que ya mencionamos más arriba. La capacidad de exploración submarina y el potencial de atacar furtivamente bases enemigas son reales y por lo tanto tendrían un efecto multiplicador del potencial de los mismos igualmente real.

Los vehículos no tripulados de superficie progresan en cuanto a su desempeño y capacidades, pero no con la velocidad que requieren las urgencias de la RN.

A nuestro criterio los drones podrían tener un valor militar importante en el futuro. Hoy por hoy no tienen las capacidades que el Ministerio de Defensa británico busca con urgencia. Por momentos hasta cuesta creer en la seriedad de algunas declaraciones.

Como reflexión final queremos mencionar el peligro que algunos drones representan para personas inocentes en zonas de conflictos. Muchas veces se toma la decisión de disparar contra un objetivo sin una imagen completa del contexto en el que se encuentra. En esas condiciones los “daños colaterales” son inevitables y numerosos. Como son daños producidos al “enemigo”, la opinión pública del país que los utiliza no muestra los suficientes reparos por ello. Por ahora los drones - lejos de estar haciendo de la guerra un hecho menos cruento - la están convirtiendo en algo aún más atroz de lo que habitualmente es.