BREXIT: MAY VOLVIÓ DE BRUSELAS CON LAS MANOS CASI VACÍAS

07.02.2019 13:33
 
Ayer la premier británica Theresa May viajó a Bruselas con el propósito de destrabar las negociaciones por el Brexit y debió escuchar - lo hizo con un gesto extremadamente adusto - lo que la Unión Europea ya había anticipado que diría: "no". No habrá renegociación del acuerdo, como mucho algún cambio en la declaración política (por ende legalmente no vinculante) para facilitarle la vida a May y tratar de minimizar daños ante la creciente posibilidad de un Brexit sin acuerdo. La UE se mostró firme pero interesada en una salida lo más ordenada y menos traumática posible. Los europeos están dispuestos a acordar mecanismos para que la futura relación con Gran Bretaña sea lo más constructiva posible después del Brexit.
 
A cincuenta días de la fecha límite las opciones son pocas. Queda abierta todavía la posibilidad de una prórroga en la salida, algo que propuso la propia Angela Merkel. Queda una mínima posibilidad de convocar a un nuevo referéndum para que los británicos decidan quedarse en la UE pero el tiempo corre y la alternativa se diluye. La situación se complica por las dos Irlandas y por la oposición, la cual está dispuesta a hacer algunas concesiones a May pero a costa de condiciones que no serán aceptadas del otro lado del Canal de la Mancha. El Parlamento británico ya rechazó contundentemente el acuerdo al que habían arribado May con la UE y Bruselas afirma que el mismo no es renegociable, menos aún porque los británicos no llevaron ninguna propuesta alternativa a la solución pactada para la frontera entre la República de Irlanda (UE) e Irlanda del Norte (RU).
 
Para quien conoce la historia y la diplomacia británicas surge la tentación de pensar que detrás de la falta de propuestas por parte de Londres hay algún plan astuto para sacar ventaja de la salida pero los hechos afirman lo contrario y en muchos aspectos el daño ya está hecho. El Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte se puso en ridículo ante el resto de Europa y el mundo; está sufriendo un perjuicio económico; está dando la imagen de un país poco confiable al ir a negociar y espera que sea la otra parte quien haga las propuestas sólo para después rechazarlas. Sabemos que el tema es complejo y que los intereses en juego son muchísimo para ambas partes. Una crítica despiadada a Londres sería pueril. Aún así es innegable que siglos de prestigio diplomático se están perdiendo como resultado de la improvisación y de luchas internas por el poder.