LAS PUERTAS DEL INFIERNO: EL COVID-19 Y EL CULTO DEL CUERPO

15.10.2021 08:21
 
Según un informe de la Casa Blanca del día de ayer, el presidente estadounidense, Joe Biden, se verá con el Papa Francisco en el Vaticano el 29 de octubre. Según el comunicado oficial, Biden conversará con el Papa sobre cómo "trabajar conjuntamente" para "poner fin a la pandemia de Covid-19, encarar el cambio climático y el cuidado de los pobres" (siempre y cuando no se encuentren en el vientre de su madre). De ser cierto lo que aseguran desde Washington, la preocupación del Vicario de Cristo no es que Biden, que promueve activamente el aborto y el "matrimonio" homosexual, comulgue regularmente sino el Covid-19 y la "teología verde", cuyos pilares estableció con el Sínodo del Amazonas y la adoración de imágenes de la "madre tierra" en los jardines del Vaticano y en la Basílica de San Pedro. El Papa - que admite claramente que el aborto es un asesinato - recibió recientemente a Nancy Pelosi, otra político estadounidense que promueve activamente esos asesinatos.
 
La relación de Francisco con los demócratas y a través de ellos con el Estado Profundo es de larga data. Recordemos que el Santo Padre consideró que Donald Trump, "no es cristiano" por querer levantar un muro entre México y los EEUU para poner freno al grave problema de la inmigración ilegal. La actitud pro aborto de Biden y Pelosi parece no molestar al Papa a la hora de dar y recibir la Eucaristía. Recordemos que Francisco aseveró: "El verdadero milagro, dice Jesús, no es la multiplicación [de los panes] que produce orgullo y poder, sino la división, el compartir, que aumenta el amor y permite que Dios haga prodigios". Hay muchos católicos que comienzan a preguntarse si Su Santidad cree en la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía. Es claro que Francisco incurre en una negación práctica de ese dogma.
 
Bergoglio hace una negación práctica de la fe, por eso no debe sorprender que quiera inculcarnos un credo predominantemente materialista. En su Carta Encíclica Laudato Si', afirma: "Hago una invitación urgente a un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta. Necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos. El movimiento ecológico mundial ya ha recorrido un largo y rico camino, y ha generado numerosas agrupaciones ciudadanas que ayudaron a la concientización." ¿Y la Santísima Trinidad? Ya lo dijeron algunos jerarcas eclesiásticos después del Sínodo del Amazonas: "no somos dueños de la madre tierra, sino sus hijos e hijas". No somos hijos del Padre, somos hijos de la "madre tierra", un ídolo pagano colocado por Francisco y su séquito diabólico sobre la tumba de San Pedro.
 
Como lo espiritual ya no interesa, el Papa hace también un culto al cuerpo, su bautismo son las vacunas, su liturgia el lavado de manos, las mascarillas y el "distanciamiento social". Exagera lo bueno que hay en esas mediadas, ignora deliberadamente que las vacunas son experimentales y que hay muchas vacunas teñidas de aborto (algunas más, otras menos. Si bien en caso de ausencia de otras sería aceptable recibirlas - de ser posible las menos comprometidas - el Papa debería ser el primero en bregar por esas otras) y las covierte en rituales de un culto. En nombre de ese culto los templos fueron cerrados para Pascuas, Navidad, Pascuas... Los enfermos y ancianos morían sin la Unción de los enfermos, sin Confesión ni Comunión. ¡Qué importa! Sus cuerpos volverán a la "madre tierra". Ya están enseñando a adorarla, se hacen custodias con su figura; cuando lo fieles se arrodillan ante la Eucaristía, terminan postrándose también ante el ídolo. El Papa aprovecha los resabios del sincretismo religioso de algunas regiones latinoamericanas, les quita el cristianismo y enseña a adorar al ídolo. Los obispos corruptos y los obispos cobardes son sus cómplices. No se trata de ser rigoristas pero lo que está sucediendo es gravísimo. 
 
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén.
 
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