RUSIA CONSOLIDA SUS POSICIONES AL OESTE DEL RÍO DNIÉPER

03.09.2022 12:41
 
Primero los norteamericanos y los europeos impusieron sanciones económicas contra Moscú. Una turbina compresora de gas quedó en Canadá. Luego se hizo una excepción y la turbina fue enviada a través del Atlántico pero hasta donde sabemos aún no llegó a Rusia. Hace días el G7 puso un precio límite para el gas ruso. Ahora Putin cerró el gasoducto Nord Stream 1. Cuestiones técnicas derivadas de las sanciones son su excusa casi perfecta. A las puertas del otoño, el Viejo Continente se queda si el suministro de gas siberiano. Bruselas está perdiendo la guerra económica que decidió iniciar contra el Kremlin. No hay garantías para la seguridad energética europea. En el Reino Unido más del 50% de las fábricas se encuentran en peligro de cierre por el aumento de los precios de la electricidad. En Alemania ya no se consigue leña. El Canciller alemán, Olaf Scholz, camina por la cuerda floja; su imagen negativa crece al ritmo de los incrementos en los precios de los combustibles. Sus ministros son una colección variopinta de fanáticos e inútiles que ni siquiera logran ponerse de acuerdo en temas de política exterior. La Ministro de Relaciones Exteriores, Annalena Baerbock es una imbécil o una fanática, una digna heredera intelectual de la perversa Angela Merkel. El riesgo de un estallido social crece con cada una de sus declaraciones. 
 
Mientras el ciudadano común europeo padece las sanciones impuestas contra Moscú, existen fuertes indicios de que en Ucrania la ayuda proveniente de los Estados Unidos desaparece en los bolsillos de muchos funcionarios del que, ya antes de la guerra, era considerado como uno de los países más corruptos del continente, si no el más corrupto. Teniendo en cuenta eso, es fácil comprender por qué tantos soldados ucranianos mueren en una contraofensiva insensata. Insisten en atacar ferozmente pero las bajas y las pérdidas materiales son tan altas que no se ven recompensadas por las pequeñas ganancias territoriales, mayormente muy fugaces. El material ruso sigue fluyendo hacia Kherson, parte del mismo a través de la propia Península de Crimea. Es cierto, algún cohete de largo alcance golpea de tanto en tanto la retaguardia rusa pero no hace mucha diferencia. El terreno no ayuda a las tropas de Kiev, que avanzan a través de una superficie llana sin apoyo aéreo, con insuficiente apoyo de artillería, con pocos tanques y aún menos vehículos blindados de transporte de infantería. La artillería rusa, por su parte, formó una verdadera cortina de fuego. La tan cuestionada aviación rusa también dijo presente con ataques masivos, castigando a las unidades ucranianas atrapadas en una gigantesca emboscada. 
 
Ahora que los arsenales occidentales están peligrosamente vacíos y cuando China se está volviendo crecientemente hostil hacia Taiwán, los estadounidenses comienzan a admitir su error de cálculo. Los rusos avanzan en el este de manera lenta pero implacable. Recordemos que la longitud total de la suma de los frentes este y sur es de 2.400 kilómetros y que en el Dombás las fuerzas de Moscú están atacando la última línea defensiva fuerte, construida después de la toma de Crimea. Cuando atraviesen el eje Sloviansk-Kramatorsk, el avance podría volverse incontenible. Podría suponerse que el Río Dniéper constituye una barrera natural formidable. El problema es que los rusos ya lo cruzaron, precisamente en la zona de Kherson, donde tiene lugar el por ahora totalmente fallido contraataque ucraniano. Los polacos enviaron mucho de su propio material militar a Kiev, en una apuesta por frenar a los rusos antes de que lleguen a la frontera de su país. Ahora Polonia está encargando armas de manera frenética. Para cuando las mismas lleguen a destino, los rusos ya podrían estar desfilando por las calles de Varsovia. Occidente quiso desgastar a Putin y se está quedando sin armas. El autócrata ruso apenas si se está desperezando. Washington está repitiendo los errores de Napoleón y de Hitler. Entre los soldados alemanes al menos imperaba la disciplina. Los norteamericanos ni siquiera pudieron organizar la retirada de Afganistán. Las imágenes de civiles afganos cayendo de los aviones estadounidenses fueron peores que las de la caída de Saigón. El mito hollywoodense del poderío militar norteamericano invencible está siendo destruido por un exagente de la KGB que no tuvo mucho tiempo para ir al cine. Es inquietante, es real.
 
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