RUSIA PODRÍA PONER EL MAR ROJO EN MANOS DE LOS HUTÍES
13.06.2024 16:14
En las últimas semanas los ucranianos efectuaron dos o tres ataques contra objetivos estratégicos en el interior de Rusia. Además, otro país otorgó el permiso del uso de sus armas para atacar territorio históricamente ruso: se trata de Alemania. El Kremlin tuvo diversas reacciones. Una consistió en enviar una poderosa flotilla al Caribe, más precisamente a Cuba. En el trayecto, las naves fueron monitoreadas por buques y aeronaves estadounidenses que perdieron el rastro del submarino que es parte de dicha flota. Otra de las respuestas fue el ataque contra un aeropuerto en la capital ucraniana. El mismo arde hace más de 30 horas debido a que fueron golpeadas sus reservas de combustible. Las fuerzas de Moscú atacan en todo el frente. Los golpes van acompañados de lanzamientos de misiles balísticos, de drones, fuego de artillería y de bombas capaces de volar cierta distancia antes de impactar en el blanco con suma precisión. Son duramente castigadas por la misma las zonas de Kharkiv y de Sumy. A pesar de haberse enviado a esa área numerosas reservas ucranianas, el avance ruso no puede ser contenido. Fue frenado por momentos, pero ahora continúa.
Nuevamente los ucranianos están en una mala situación justo antes del comienzo del invierno boreal. Es cierto, la ayuda de OTAN comenzó a fluir nuevamente, pero parece no ser suficiente. Uno de los problemas es que la ayuda de Occidente consiste principalmente de misiles de ataque a tierra de largo alcance, pero no llega la suficiente cantidad ni de munición de artillería ni de misiles antiaéreos. Cuando comiencen a llegar las aeronaves F-16, encontrarán dificultades para operar desde territorio ucraniano y ya se está hablando de que podrían despegar de países limítrofes. Los rusos ya se pronunciaron en el sentido de que esas bases serían para ellos objetivo legítimo. Lo razonable sería buscar un acuerdo de paz, pero es difícil de pensar en ella antes de noviembre, cuando en los Estados Unidos tengan sus elecciones. Ahí surgen otras complicaciones. En las últimas semanas, la salud de Joe Biden se mostró deteriorada, al punto de que algunos demócratas comienzan a expresar su preocupación. Se acercan los debates presidenciales y no es fácil garantizar que Joe Biden pueda tener un buen desempeño.

Foto satelital del Mar Rojo
Los partidos de varios gobernantes tuvieron resultados pobres en las elecciones para el Parlamento Europeo. Así, Macron y Scholz perdieron muchas posiciones y su propia continuidad en el gobierno se vuelve dudosa. En Francia avanzó fuertemente la ultraderecha. Hay descontento no solo por lo que acontece en Ucrania, sino por la inmigración y la seguridad interna de cada uno de los países involucrados. La segunda fase de las pruebas de armas nucleares tácticas de los rusos está en marcha. Los movimientos contra la guerra en países como Eslovaquia se están volviendo fuertes y la recesión económica es una realidad. Las amenazas de restaurar el servicio militar obligatorio en algunos de esos países no contribuyen a que sus líderes, alineados con el globalismo, logren crecer o sustentar su postura en el gobierno. Mientras ellos se tambalean, Putin seguirá avanzando. Con los Estados Unidos cuasiacéfalos y con una Europa doblegada ante el poder del Estado profundo estadounidense, la paz sigue pareciendo un objetivo lejano. Algo que podría precipitar el final de la guerra (o generalizarla) sería la amenaza de Putin de suministrar misiles de largo alcance a los enemigos de la OTAN. Con misiles e información satelital del Kremlin, los hutíes podrían hacerse del control del Mar Rojo. A buen entendedor, pocas palabras.
En las últimas semanas los ucranianos efectuaron dos o tres ataques contra objetivos estratégicos en el interior de Rusia. Además, otro país otorgó el permiso del uso de sus armas para atacar territorio históricamente ruso: se trata de Alemania. El Kremlin tuvo diversas reacciones. Una consistió en enviar una poderosa flotilla al Caribe, más precisamente a Cuba. En el trayecto, las naves fueron monitoreadas por buques y aeronaves estadounidenses que perdieron el rastro del submarino que es parte de dicha flota. Otra de las respuestas fue el ataque contra un aeropuerto en la capital ucraniana. El mismo arde hace más de 30 horas debido a que fueron golpeadas sus reservas de combustible. Las fuerzas de Moscú atacan en todo el frente. Los golpes van acompañados de lanzamientos de misiles balísticos, de drones, fuego de artillería y de bombas capaces de volar cierta distancia antes de impactar en el blanco con suma precisión. Son duramente castigadas por la misma las zonas de Kharkiv y de Sumy. A pesar de haberse enviado a esa área numerosas reservas ucranianas, el avance ruso no puede ser contenido. Fue frenado por momentos, pero ahora continúa.
Nuevamente los ucranianos están en una muy mala situación justo antes del comienzo del invierno boreal. Es cierto, la ayuda de OTAN comenzó a fluir nuevamente, pero parece no ser suficiente. Uno de los problemas es que la ayuda de Occidente consiste principalmente de misiles de ataque a tierra de largo alcance, pero no llega la suficiente cantidad ni de munición de artillería ni de misiles antiaéreos. Cuando comiencen a llegar las aeronaves F-16, encontrarán dificultades para operar desde territorio ucraniano y ya se está hablando de que podrían despegar de países limítrofes. Los rusos ya se pronunciaron en el sentido de que esas bases serían para ellos objetivo legítimo de ataques de sus propios misiles. Lo razonable sería buscar un acuerdo de paz, pero es difícil de pensar en ella antes de noviembre, cuando en los Estados Unidos tengan sus elecciones. Ahí surgen otras complicaciones. En las últimas semanas, la salud de Joe Biden se mostró deteriorada, al punto de que algunos demócratas comienzan a expresar su preocupación. Se acercan los debates presidenciales y no es fácil garantizar que Joe Biden pueda tener un buen desempeño.
Los partidos de varios gobernantes tuvieron resultados pobres en las elecciones para el Parlamento Europeo. Así, Macron y Scholz perdieron muchas posiciones y su propia continuidad en el gobierno se vuelve dudosa. En Francia avanzó fuertemente la ultraderecha. Hay descontento no solo por lo que acontece en Ucrania, sino por la inmigración y la seguridad interna de cada uno de los países involucrados. La segunda fase de las pruebas de armas nucleares tácticas de los rusos está en marcha. Los movimientos contra la guerra en países como Eslovaquia se están volviendo fuertes y la recesión económica es una realidad. Las amenazas de reinstaurar el servicio militar obligatorio en algunos de esos países no contribuyen a que sus líderes, alineados con el globalismo, logren crecer o sustentar su postura en el gobierno. Mientras ellos se tambalean, Putin seguirá avanzando. Con los Estados Unidos cuasiacéfalos y con una Europa doblegada ante el poder del Estado profundo estadounidense, la paz sigue pareciendo un objetivo lejano. Algo que podría precipitar el final de la guerra (o generalizarla) sería la amenaza de Putin de suministrar misiles de largo alcance a los enemigos de la OTAN. Con misiles e información satelital del Kremlin, los hutíes podrían hacerse del control del Mar Rojo. A buen entendedor, pocas palabras. En las últimas semanas los ucranianos efectuaron dos o tres ataques contra objetivos estratégicos en el interior de Rusia. Además, otro país otorgó el permiso del uso de sus armas para atacar territorio históricamente ruso: se trata de Alemania. El Kremlin tuvo diversas reacciones. Una consistió en enviar una poderosa flotilla al Caribe, más precisamente a Cuba. En el trayecto, las naves fueron monitoreadas por buques y aeronaves estadounidenses que perdieron el rastro del submarino que es parte de dicha flota. Otra de las respuestas fue el ataque contra un aeropuerto en la capital ucraniana. El mismo arde hace más de 30 horas debido a que fueron golpeadas sus reservas de combustible. Las fuerzas de Moscú atacan en todo el frente. Los golpes van acompañados de lanzamientos de misiles balísticos, de drones, fuego de artillería y de bombas capaces de volar cierta distancia antes de impactar en el blanco con suma precisión. Son duramente castigadas por la misma las zonas de Kharkiv y de Sumy. A pesar de haberse enviado a esa área numerosas reservas ucranianas, el avance ruso no puede ser contenido. Fue frenado por momentos, pero ahora continúa.
Nuevamente los ucranianos están en una muy mala situación justo antes del comienzo del invierno boreal. Es cierto, la ayuda de OTAN comenzó a fluir nuevamente, pero parece no ser suficiente. Uno de los problemas es que la ayuda de Occidente consiste principalmente de misiles de ataque a tierra de largo alcance, pero no llega la suficiente cantidad ni de munición de artillería ni de misiles antiaéreos. Cuando comiencen a llegar las aeronaves F-16, encontrarán dificultades para operar desde territorio ucraniano y ya se está hablando de que podrían despegar de países limítrofes. Los rusos ya se pronunciaron en el sentido de que esas bases serían para ellos objetivo legítimo de ataques de sus propios misiles. Lo razonable sería buscar un acuerdo de paz, pero es difícil de pensar en ella antes de noviembre, cuando en los Estados Unidos tengan sus elecciones. Ahí surgen otras complicaciones. En las últimas semanas, la salud de Joe Biden se mostró deteriorada, al punto de que algunos demócratas comienzan a expresar su preocupación. Se acercan los debates presidenciales y no es fácil garantizar que Joe Biden pueda tener un buen desempeño.
Los partidos de varios gobernantes tuvieron resultados pobres en las elecciones para el Parlamento Europeo. Así, Macron y Scholz perdieron muchas posiciones y su propia continuidad en el gobierno se vuelve dudosa. En Francia avanzó fuertemente la ultraderecha. Hay descontento no solo por lo que acontece en Ucrania, sino por la inmigración y la seguridad interna de cada uno de los países involucrados. La segunda fase de las pruebas de armas nucleares tácticas de los rusos está en marcha. Los movimientos contra la guerra en países como Eslovaquia se están volviendo fuertes y la recesión económica es una realidad. Las amenazas de reinstaurar el servicio militar obligatorio en algunos de esos países no contribuyen a que sus líderes, alineados con el globalismo, logren crecer o sustentar su postura en el gobierno. Mientras ellos se tambalean, Putin seguirá avanzando. Con los Estados Unidos cuasiacéfalos y con una Europa doblegada ante el poder del Estado profundo estadounidense, la paz sigue pareciendo un objetivo lejano. Algo que podría precipitar el final de la guerra (o generalizarla) sería la amenaza de Putin de suministrar misiles de largo alcance a los enemigos de la OTAN. Con misiles e información satelital del Kremlin, los hutíes podrían hacerse del control del Mar Rojo. A buen entendedor, pocas palabras.