UCRANIA MÁS SOLA QUE NUNCA

27.12.2018 11:09
 
A treinta días de que Ucrania declarara la ley marcial luego de que la guardia costera rusa capturara tres buques ucranianos con su tripulación, la misma fue levantada. Poco y nada fue lo que cambió en un mes. Ucrania sigue tan sola como entonces, de hecho aún más. El apoyo de los países que según el acuerdo de 1994 debían garantizar su integridad territorial fue simbólico, casi ficticio.
 
Ayer el medio estadounidense The National Interest atacó con dureza el débil y tardío apoyo del Reino Unido, materializado en el envío al Mar Negro de un buque hidrográfico débilmente armado. El medio también parece querer dar un golpe por elevación al Ministro de Defensa británico, Gavin Williamson. Williamson es un hombre joven, ambicioso y con fama de un tanto cruel pero en los últimos días fue atacado con extrema dureza por la oposición y algunos medios de prensa británicos por su Programa de Modernización de la Defensa. El programa es insulso, inconsistente, falto de datos concretos sobre la modernización en sí y sobre los fondos con los que se concretaría en medio de un fortísima crisis financiera de las fuerzas armadas británicas.
 
El National Interest no es intervencionista pero aún así da un dato sobre el despliegue del avión de observación dispuesto por el Pentágono en apoyo de Ucrania después del incidente en el Mar Negro. El vuelo de vigilancia, efectuado por de un avión de observación OC-135, habría tenido lugar bien sobre el interior del territorio ucraniano y lejos de las fuerzas rusas y pro-rusas.
 
La actitud de los Estados Unidos de América es comprensible, máxime en el marco de las actitudes relativamente moderadas de Donald Trump en materia de intervenciones militares. En eso es mucho más equilibrado que sus predecesores. Aún así había un acuerdo que cumplir y - al menos en su espíritu - fue quebrantado.
 
Es menos comprensible la actitud británica que en pleno proceso del Brexit deja sola también a Ucrania, que no es miembro de la UE. La actitud de Londres se parece un poco a la política de apaciguamiento de Neville Chamberlain antes de la Segunda Guerra Mundial. Si bien creemos que se está lejos de una escalada general unilateral por parte de los rusos también estamos persuadidos que se deben establecer límites mucho más claros. La historia lo aconseja así.