A TREINTA AÑOS DE LA GESTA DE MALVINAS

02.04.2012 11:09

Treinta años transcurrieron desde aquel 2 de abril en que fuerzas argentinas lograron la rendición de la guarnición inglesa de Puerto Argentino, recuperando temporalmente las Islas Malvinas para la República Argentina.

 

Muchos oficiales, suboficiales y soldados ofrendaron sus vidas en combate contra el invasor inglés que navegó miles de kilómetros para reconquistar los archipiélagos australes. Hasta el enemigo tuvo que reconocer el heroico valor con el que defendieron el irredento suelo malvinense. Todo argentino de bien debe honrar a esos nobles guerreros que despojados de todo egoísmo ofrendaron su vida por dos de lo más altos ideales que puede tener un ser humano: Dios y Patria.

 

Tres décadas más tarde se inicia otra ofensiva, esta vez por la vía diplomática. Con el apoyo de una buena parte de la comunidad internacional y el de América Latina en particular se presiona al colonialismo inglés para que, en cumplimiento del pedido de los más altos organismos internacionales, se siente a la mesa de negociaciones.

 

Los británicos no ceden y se aferran a su enclave en el Atlántico Sur. Los mueven intereses poderosos: petróleo, riqueza pesquera y mineral y una ubicación de extrema importancia estratégica. Las Malvinas están cerca del paso transoceánico más importante del planeta y del continente antártico.

 

El gobierno argentino debe mostrar si su reclamo es una bandera que hace flamear por mera conveniencia política o si realmente tiene interés en recuperar los territorios usurpados por intereses imperialistas.

 

Hoy las Fuerzas Armadas argentinas no cuentan con capacidad de proyección estratégica. Los británicos lo saben y lo dijeron hace apenas unos días: Argentina no compra aviones de combate desde hace más de treinta años. Cuatro aviones Typhoon son suficientes para la tranquilidad de las fuerzas desplegadas en las islas.

 

La Armada Argentina perdió su portaaviones en la nefasta década de los ’90 en aras del liberalismo salvaje. No cuenta con un buque de asalto anfibio ni con suficiente cantidad de submarinos. Ni siquiera tiene destructores de defensa aérea de área.

 

La Fuerza Aérea Argentina está en un estado lamentable, tanto en lo que hace a sus aviones de combate como en lo concerniente a la aviación de transporte. La desidia política y cierto grado de corrupción interna hicieron lo suyo.

 

El Ejército Argentino a duras penas podría defender el territorio continental en caso de un ataque externo.

 

Para el gobierno argentino no hay hipótesis de conflicto. ¿Cómo puede no haber hipótesis de conflicto cuando hay un conflicto abierto?

 

El gobierno argentino perdió una gran oportunidad de reconstruir sus Fuerzas Armadas en una época de bonanza económica. Ahora parece ser tarde para un rearme contundente. Todavía se puede ir recuperando lentamente algunas de las capacidades perdidas.

 

La reapertura de astilleros, la recuperación de la capacidad reparar y de producir algunas aeronaves en la Fábrica Argentina de Aviones, la modernización del Tanque Argentino Mediano (TAM) y el desarrollo de cohetes son algunas de las iniciativas positivas que el actual gobierno inició y que debe llevar adelante dándoles nuevo empuje.

 

Nadie está promoviendo una guerra. El actual camino diplomático es bueno pero insuficiente. Hay que construir un país más justo, sin persecuciones revanchistas, sin permisivismo ni libertinaje ideológico, con un profundo respeto a la vida, con trabajo y seguridad, sin narcotráfico. Hay que hacer de las Fuerzas Armadas el factor determinante que obligue a los británicos a sentarse a negociar.

 

El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner tiene la posibilidad de trabajar en ese sentido. El gobierno cuenta entre sus filas con gente muy capaz. El propio ministro de Defensa, Arturo Puricelli, lo es.

 

Hacemos votos por que la señora Presidente dé un nuevo impulso a la reconstrucción del país. Es sin dudas una mujer capaz. Dios quiera que muestre la necesaria voluntad política.