A LAS 6.00 AM, CAFÉ EN LIUBLIANA - HACIA EL RAUDO COLAPSO UCRANIANO

14.05.2022 11:56
 
En un acto de sensatez, el Senador republicano Rand Paul bloqueó la aprobación rápida del paquete de ayuda a Ucrania de 40.000 millones de dólares. Sus argumentos, aunque desestimados por sus colegas, fueron una elegante muestra de sentido común. Los EEUU atraviesan la mayor inflación en 40 años; los precios de los combustibles rompieron muchos récords y hay carencia de productos tan esenciales como lo es la leche maternizada. Los estadounidenses ya enviaron a Kiev unos 20.000 millones de dólares de ayuda para el esfuerzo militar ucraniano. Para poder seguir financiando a Zelenski, podrían tener que pedirle un préstamo nada menos que a China. ¿Se los otorgaría? Los ucranianos recibieron apoyo de países tan diversos como lo son Japón, Alemania, Canadá, el Reino Unido y Estonia. Los arsenales europeos y norteamericanos se están vaciando. Los turcos y los griegos no quieren entregar sus misiles antiaéreos de largo alcance a pesar de las presiones en contrario. Los rusos bombardean noche tras noche depósitos de armas y de combustible en toda Ucrania, mientras Bielorrusia mantiene sus tropas cerca de Kiev y de Polonia.
 
La demora en la aprobación de nuevos fondos estadounidenses para Zelenski podría tener efectos dramáticos. Si nuestros cálculos y nuestra memoria no nos fallan, en unos cinco días Ucrania podría empezar a quedarse sin armas y sin dinero. La munición es quemada a un ritmo vertiginoso y los mercenarios extranjeros no podrán sus vidas en riesgo a cambio de nada. Aún cuando aparecieran las armas y el financiamiento, quedaría por resolver la gravísima falta de combustible que padecen las fuerzas de Kiev. De hecho en estos momentos ese es el problema de toda Europa. En momentos en que la ofensiva rusa en el este comienza a notarse en los mapas, los ucranianos corren el riesgo de sufrir un colapso repentino y casi total.
 
Liubliana, capital de Eslovenia - Foto: Jorge Franganillo creativecommons.org/licenses/by/2.0/deed.en (la imagen original ha sido redimensionada)
 
Sea como fuere, el objetivo de la Alianza Atlántica nunca fue salvar a Ucrania, como mucho el de debilitar a Rusia. La industria bélica estadounidense está haciendo su negocio. Si esta guerra se termina, ya habrá otra. A los fabricantes de armas no les molestaría que Putin decidiera avanzar sobre el Báltico o sobre Polonia. Tal vez el próximo objetivo sea Moldavia. El Kremlin tiene una base en el Mediterráneo Oriental, más específicamente en Tartús, Siria. También Kaliningrado es una fortaleza poderosa. Su estupenda flota de submarinos apenas si entró en acción. Europa ya está rodeada y muchas de sus armas fueron destruidas en Ucrania. Y todavía no mencionamos a Serbia, aliado histórico de Rusia en lo Balcanes, que siguen siendo una zona tremendamente inestable. Los serbios están comprando armas muy modernas. Tal vez una mañana de éstas Putin y Lavrov decidan estirar un poco las piernas, llamar a Lukashenko e invitarlo a tomar un café en la blanca Liubliana. ¿Lo considera improbable? Tal vez lo sea, sólo tal vez. La distancia que separa Severodonetsk de Lviv (en el oeste ucraniano) es mayor que la que separa Lviv de la capital eslovena.