A POCOS PASOS DE LA GUERRA

21.12.2021 13:35
 
La primera luz de alarma se encendió en febrero del 2014 cuando los Estados Unidos de Norteamérica - presididos por la administración demócrata de Barack Obama - y el Reino Unido de  Gran Bretaña e Irlanda del Norte, fallaron en cumplir su compromiso de mantener la integridad del territorio ucraniano. La segunda se prendió durante la caótica retirada estadounidense de Afganistán, que dejó a ese país en manos de los más incivilizados extremistas musulmanes. Ahí, tras las líneas enemigas, quedaron atrapados ciudadanos estadounidenses. Algunos siguen sin poder salir de ese país, otros fueron exfiltrados gracias a operaciones clandestinas de veteranos de guerra norteamericanos. Además de los ciudadanos estadounidenses, quedaron librados a su suerte muchísimos intérpretes que colaboraron con las topas de los EEUU. A pesar de sus promesas en contrario, Joe Biden dejó en manos de los talibanes a propios y extraños.
 
Biden también suavizó las sanciones impuestas por Donald Trump a Teherán por el incumplimiento del trato sobre el programa nuclear iraní. Los iraníes aprovecharon el relajamiento para enriquecer importantes cantidades de uranio a un grado muy cercano al necesario para fabricar armas nucleares. Cuando el Primer Ministro israelí viajó a Washington para encontrarse con su par americano y hablar sobre el tema, Biden se "relajó profundamente" en su presencia, dando toda la impresión de haber dormitado frente a Naftali Bennett. Buena parte de los israelíes percibió de inmediato que su país había sido abandonado por su aliado histórico.
 
Ahora Putin amenaza con llevar a cabo acciones militares contra Ucrania. Ni los EEUU ni la Unión Europea están dispuestos a enviar tropas en ayuda de los ucranianos. En caso de una invasión, tomarán "medidas sin precedentes". Putin, que acaba de acordar una importante alianza con los chinos, tiene sus espaldas más o menos cubiertas. No parece haber mucho a lo que deba temer de parte de la OTAN, una institución debilitada por conflictos internos, por el rápido desarrollo militar ruso y en parte también por el chino. La guerra no es solo una posibilidad, se convirtió en un hecho bastante probable. Putin quiere recuperar la rica región de Novorossiya, que alguna vez perteneció al Imperio Ruso. Quiere tener acceso al agua que escasea en Crimea, quiere asegurarse de que Ucrania nunca se convierta en parte de la OTAN. A esta altura de las circunstancias Putin puede creer, equivocadamente, que lo que los beneficios de una guerra serían superiores a sus perjuicios. Las sanciones económicas podrían ser muy dolorosas, claro. Sin embargo, desde el punto de vista del Kremlin, el botín es importante. 
 
Les guste o no, Europa y los EEUU harían bien en ceder un poco. Así se vería, además, si Ucrania realmente les interesa o si simplemente la ven como un Estado tapón entre Rusia y la Unión Europea. La situación es compleja, insistimos en afirmar que el momento de actuar era el año 2014.