BIDEN NEGOCIA CON EL MISMO INFIERNO
09.09.2021 10:38
Las negociaciones que están teniendo lugar entre la Casa Blanca y los talibanes son un hecho perverso al extremo. Entre los miembros del "gobierno" talibán, reconocido de hecho por la administración Biden, hay cuatro de los cinco detenidos en Guantánamo que el ex presidente demócrata Barack Obama liberó en el 2014. Lo hizo a cambio del ex sargento del Ejército de los Estados Unidos Bowe Bergdahl. Uno de los cuatro terroristas es el ahora Ministro del Interior, Sirajuddin Haqqani, quien está en la lista de los más buscados por el FBI, hay una recompensa de 5 millones de dólares por su cabeza. Eso sí, para Biden y su Secretario de Estado, Antony Blinken, los talibanes ya no son lo que eran, son buenos muchachos con los que se puede negociar. Claro que se puede si uno está dispuesto a mancharse las manos de sangre y hacer muchas concesiones. Las mismas llegan a tal extremo que, según lo confirmó a la cadena Fox News Dakota Louis Meyer - un marine que recibió la Medalla de Honor por sus acciones durante la Batalla de Ganjgal - el terrorista suicida que mató a trece soldados estadounidenses y a casi dos centenares de personas en total, estaba en la mira de un dron norteamericano. No se autorizó su neutralización debido a que había negociaciones en curso con los talibanes. No se evitó el terror porque se estaba negociando con él.
Mientras la administración Biden negocia con los fundamentalistas islámicos, amenaza severamente a los veteranos de guerra que están efectuando rescates por cuenta propia tras las líneas enemigas y no deja partir los vuelos chárter que diversas organizaciones contrataron para la evacuación de los exfiltrados por los ex miembros de las fuerzas especiales. Los funcionarios estadounidenses sí autorizaron la partida de una avión con unas 150 personas que esperaba el visto bueno de los talibanes para despegar. Mientras tanto los terroristas van casa por casa buscando a quienes trabajaron codo a codo con las tropas estadounidenses. Ni bien los encuentran los ejecutan. Recordemos que la administración norteamericana dejó a los talibanes el listado de sus ciudadanos y de los intérpretes afganos, con datos biométricos y todo. Claro, entre el equipo dejado atrás hay miles de escáners biométricos. Los intérpretes afganos no son el único blanco de estos terroristas sedientos de sangre. Las mujeres policía son ejecutadas en el acto. Las niñas son obligadas a contraer matrimonio con estos bárbaros o son entregadas al tráfico sexual. Los propios EEUU se hicieron cómplices del mismo al aceptar a bordo de sus aviones a niñas que fueron obligadas a casarse.
Mientras el Presidente de los Estados Unidos tartamudea oraciones leídas de un telemprompter, el mundo respira pesadamente. Cuando se le da por improvisar excusas para sus desatinos garrafales, todo empeora. Se inclina sobre el micrófono y comienza a emitir susurros propios de una película de terror. El problema radica en que no se trata de una película, es la realidad. Los israelíes están agotando sus últimos recursos diplomáticos para no atacar Irán que ya tiene uranio enriquecido a niveles y en cantidades alarmantes. Atacar Irán es una operación de alto riesgo, si la operación se lleva a cabo y no es exitosa las consecuencias podrían ser gravísimas. Irán es otro Estado que promueve el terrorismo y Biden no sólo no lo boicotea sino que intenta levantar las sanciones que pesan sobre ese país. Es una postura demencial, el uranio enriquecido podría terminar en manos de grupos terroristas que estaría en condiciones de hacer palidecer todos los actos de terror vistos hasta ahora. Biden corrió el cerrojo de las puertas del infierno casi literalmente. De ahí en más puede suceder cualquier cosa.
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