CRECE LA INCERTIDUMBRE EN TORNO A LOS PORTAAVIONES BRITÁNICOS

26.03.2012 17:19

Quien intenta seguir la trama de noticias concernientes a los portaaviones británicos clase Queen Elizabeth, no puede dejar de tener la sensación de estar experimentando un desorden de memoria. Repentinamente empieza a leer afirmaciones supuestamente hechas en el pasado de las que nunca tuvo noticias (o al menos ya no las recuerda) y proyectos a futuro que se habían desechado en el pasado. Si el lector se toma la molestia de leer el artículo comprenderá por qué.

 

Hace apenas días se supo que el gobierno británico gastó 40 millones de libras en uno de los informes que se habían encargado para evaluar los costos adicionales que significaría modificar uno de los dos portaaviones británicos en construcción.

 

El portaaviones debería ser convertido de la versión capaz de operar aviones STOVL (de despegue corto y aterrizaje vertical) a la versión CATOBAR (Catapult Assisted Take-Off But Arrested Recovery, es decir, despegue asistido por catapulta y recuperación mediante detención por cable de frenado). La primera versión sería apta para operar la versión F-35B del Joint Strike Fighter en tanto la segunda sería capaz de proporcionar las condiciones de aterrizaje y despegue inherentes al F-35C.

 

Hace apenas días (el 19 de marzo) informamos que el titular del Ministerio de Defensa (MoD) británico, Philip Hammond, recomendó - en un nuevo cambio de planes - que el Reino Unido adopte la variante STOVL del Joint Strike Fighter, tal como era el proyecto original. Bien, parece que podría haber un “nuevo” cambio de opinión.

 

Un periódico británico - habitualmente crítico de la gestión de la actual política de defensa británica - informó hoy que el costo de conversión estimado en el informe de 40 millones de libras, dista mucho de ser tan alto. De hecho sería de apenas la mitad de los 1.800 millones de libras previstos por el mencionado informe.

 

El costo de los equipos necesarios para el lanzamiento y frenado de los aviones en una eventual versión de catapulta y cable de frenado sería de 458 millones de libras y el costo de instalar los equipos de unos 400 millones de libras, es decir menos de la mitad de lo informado con anterioridad. La fuente de esa estimación es un alto oficial de la US Navy interiorizado en el proyecto de la modernísima catapulta electromagnética EMALS.

 

Es más, si el plan de desarrollo de la EMALS fallara, la cuenta la pagarían los EEUU.

 

Todo este caos se ve agravado por el hecho de que el ministro Hammond dilata la respuesta a los parlamentarios británicos sobre cuándo tendrá lugar la Ronda de Planificación 2012 (PR12) en la que se debería tratar el tema.

 

Como si la incertidumbre no fuera suficiente, el submarino portador de misiles balísticos de cabezas nucleares (SSBN) HMS Vengeance estuvo amarrado durante tres semanas en la base británica de Plymouth, a la espera de ser recibido para iniciar un reequipamiento que demorará tres años y medio. El MoD dio el visto bueno final recién hoy. Esto generó descontento, ya que se perdieron tres semanas valiosas. Pero eso no es lo peor. La demora en la autorización levanto sospechas sobre posibles nuevos recortes.

 

En el onírico mundo de la actual política de defensa británica, últimamente toda pesadilla parece posible.