EL BREXIT SUMERGE A GRAN BRETAÑA EN EL CAOS POLÍTICO

21.01.2019 13:00
 
Después del contundente rechazo por más de los dos tercios de lo votos por parte del Parlamento británico al acuerdo de salida de Gran Bretaña de la Unión Europea al que había arribado Theresa May con los europeos, el Reino Unido quedó sumido en el caos político. Las noticias que uno lee son viejas a los quince minutos, las propuestas oficiales son rechazadas por la UE o por algún partido o político británico ni bien son formuladas, lo que dice determinada figura de peso es interpretado como mejor le place a los fines e intereses del funcionario que lo escucha, la incertidumbre crece y el miedo se apodera de los ciudadanos británicos. 
 
Los funcionarios de la UE ya no ocultan el fastidio por la actitud británica, lo expresan en voz alta y sin disimulo. Una de las única que tendió una mano a Theresa May prometiéndole seguir trabajando por un acuerdo de salida hasta último momento fue Ángela Merkel. Por influyente que sea la Canciller alemana, no podrá hacer mucho, en especial porque dudamos que quiera. Merkel es más un salvavidas de plomo que una ayuda. Europa no facilitará la salida de los británicos, los castigará si salen, ya los está castigando por intentarlo y - castigo o no - la UE cuida sus propios intereses frente a lo que considera un miembro renegado de la misma. La actitud del Reino Unido está desgastando al mismo y a Europa desde hace mucho tiempo. Londres gasta la mayor parte de sus energías en una fuga insensata, no queda tiempo para afrontar los verdaderos problemas.
 
El otrora corazón del Imperio Británico quedó convertido en el escenario de un drama grotesco. Salida o no salida, acuerdo o no acuerdo, con caos en la calles o sin él, Gran Bretaña acaba de tirar por la borda buena parte de lo que quedaba de su influencia mundial. Ya estaba perdiendo poder militar, ahora comenzó a perder vertiginosamente influencia política, diplomática y económica. El Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte acaba de escribir una de las páginas más patéticas de su historia y todo Londres estampó su firma en ella.