EL OSCURO PANORAMA DEL F-35 Y SU LADO MÁS TENEBROSO

26.02.2013 16:51

 

El programa del Joint Strike Fighter F-35 Lightning II está pasando por un pésimo momento. En enero se dio la orden de permanencia en tierra a todos los aparatos de la variante F-35B por la falla en una línea hidráulica que en lugar del fluido hidráulico tradicional utiliza combustible como forma de reducir el peso. Apenas días después de haberse reanudado los vuelos de la variante STOVL, que permaneció en tierra durante casi un mes, el Pentágono ordenó que todos los F-35 pertenecientes a las tres variantes del Joint Strike Fighter permanecieran en tierra mientras se investiga la causa de una rajadura descubierta el 19 de este mes en un álabe (paleta) del motor de un F-35A, o sea en la variante convencional.

 

Si la permanencia en tierra de los F-35 se extiende en el tiempo, podría afectar seriamente el ritmo en las pruebas de vuelo y podría retrasar las pruebas de sistemas críticos.

 

Hace poco se conoció la decisión del Pentágono de reducir las especificaciones de las prestaciones para el Joint Strike Fighter, lo cual tendrá un consecuente impacto operacional. De por sí las capacidades del F-35 para el combate aéreo están siendo cuestionadas, aunque no es nuestra intención abundar en el tema en este artículo.

 

El Teniente General Christopher Bogdan, la máxima autoridad del Pentágono en lo que concierne al programa F-35, manifestó que no era raro que en los programas de desarrollo sucedieran hechos como los que obligaron a ordenar la cancelación de los vuelos de los F-35B primero y la de las tres variantes después. Agregó que nadie debería sorprenderse si acontecimientos similares obligan a reiterar ese tipo de cancelaciones en el futuro.

 

Hasta cierto punto tiene razón, pero para los países involucrados eso no es ningún consuelo. Las demoras se acumulan y los costos crecen.

 

Bogdan hizo las declaraciones mencionadas arriba en Australia. Australia es uno de los países que posiblemente reduzcan los pedidos que planeaban hacer. De hecho Australia ya está estudiando la adquisición de 24 Super Hornet adicionales. Los australianos deberán cubrir una brecha en sus capacidades y los F-35 no parecen ser garantía de nada. Siguen comprometidos con el programa F-35 pero están repensando la cantidad de aparatos a adquirir.

 

Los australianos al menos tienen otras opciones. La Royal Navy británica configuró sus portaaviones para un aparato STOVL. El Queen Elizabeth avanza a buen ritmo mientras los F-35B siguen acumulando días de permanencia obligada en tierra. ¿Hay alguna oportunidad de que el segundo portaaviones de la clase sea modificado para aviones que operen con catapultas y ganchos de aterrizaje? Sea como fuere, la Marina Real británica podría enfrentarse a un serio problema.

 

Además de los australianos, canadienses e italianos también estudian reducir el número de aparatos a adquirir. Podríamos decir que en Canadá el problema es más complejo que en Italia ya que las cosas se hicieron con mucha desprolijidad (para usar un término benévolo) y hay una importante resistencia política a aceptar los términos del programa.

 

Las potenciales reducciones en el número de aparatos a adquirir traerían un incremento de los costos por unidad, en un momento en que los propios EEUU están llevando a cabo un fuerte recorte presupuestario al que el área de defensa no es ajena. Las fuerzas armadas estadounidenses también podrían reducir el número de aparatos a comprar.

 

Se estima que el costo total del programa F-35 se acercará a los 400.000 millones de dólares y no falta quien afirma que podría superar esa barrera. No nos atrevemos a afirmar eso. De todos modos la cifra es obscena y convierte al programa en inmoral. Posiblemente algunos pocos se beneficiarán con la sangre, el sudor y las lágrimas de muchos. Eso no es algo nuevo, pero en este caso asume proporciones inusualmente dantescas.