EL OTRO TALÓN DE AQUILES DE LA FUERZA DE SUBMARINOS DE LA ROYAL NAVY
13.10.2016 13:09
Mucho hemos escrito sobre las falencias técnicas de los actuales submarinos de ataque británicos, tanto en lo referente a los de la Clase Trafalgar como a los de la Clase Astute. Hay, sin embargo, otro factor que genera preocupación no sólo en los mandos británicos sino a nivel general. Un informe conocido estos días dejó totalmente en claro que un accidente ocurrido hace dieciocho meses, del que dimos cuenta en su oportunidad, fue responsabilidad de quienes comandaban el submarino de la Clase Astute involucrado en el hecho.
En esa ocasión el submarino engancho las redes de un pesquero y lo arrastró consigo hasta casi hundirse. Gracias al que los tripulantes del pesquero lograron cortar lo que quedaba entero del sistema de sujeción de las redes, la nave no llegó a hundirse completamente y se evitó que fuera arrastrada completamente bajo la superficie. Los investigadores dejaron constancia de la reticencia de la Marina Real a participar en la investigación del hecho y afirmaron que el accidente (¿merece ser llamado así?) ocurrió debido a la insuficiente planificación del itinerario por parte del equipo de mando del submarino y a su incapacidad para seguir los procedimientos que indican cómo evitar los buque de pesca.
El 20 de julio del corriente año informábamos que el submarino de ataque de propulsión nuclear HMS Ambush colisionó contra un buque mercante. El submarino navegaba sumergido, al parecer a profundidad de periscopio, mientras realizaba tareas de adiestramiento. Eso habría violado las normas vigentes, ya que hay quienes afirman que en esa zona solo está permitida la navegación en superficie, pauta que por otra parte dicta el propio sentido común. Según algunos expertos, el problema es que los submarinos británicos suelen navegar cerca o debajo de buques mercantes para disimular su presencia. Lleva a cabo esa maniobra en Gibraltar raya en lo demencial.
El Ambush no fue el único submarino británico que chocó en los últimos tiempos. En abril del año pasado el HMS Talent sufrió un accidente que afectó al menos a su torre de mando después de "golpear témpanos" mientras perseguía a una o más naves rusas. Se sabe que el recubrimiento anecoico del submarino sufrió daños y en su momento se especuló que las reparaciones costarían unos 750.000 dólares. Hubo especulaciones de que los daños habrían sido más importantes que la mera pérdida de revestimiento anecoico, pero no estamos en condiciones de confirmarlo y fuentes de la Royal Navy tildaron las versiones en ese sentido de sumamente exageradas. El hecho es que desde entonces no hay noticias sobre el HMS Talent.
Ya el prototipo de su clase, el HMS Astute había encallado y permanecido parcialmente expuesto a la vista del público el 22 de octubre de 2010, durante un cambio de personal desde y hacia la costa. La comisión investigadora aseveró que esa maniobra se había hecho sin un plan preconcebido y sin seguir los procedimientos indicados para tales casos.
El informe sobre ese incidente afirmaba que a pesar de que las operaciones se habían llevado a cabo en la oscuridad, el radar principal del submarino se encontraba apagado. Además el oficial de guardia no había indicado claramente el lugar donde se realizaría la transferencia de personal en las cartas de navegación. La comisión concluyó que el oficial de guardia no tenía una clara noción del peligro potencial de la maniobra.
Los hechos descritos hablan a las claras de los problemas de la Royal Navy en el manejo de las tripulaciones de sus submarinos. La pregunta es si alguien resolverá el problema o si el mecanismo de tiempo de la bomba submarina británica seguirá su cuenta regresiva hasta estallar.