EL PORTAAVIONES HMS QUEEN ELIZABETH COMENZARÁ SU VIDA OPERACIONAL EN EL MAR DEL SUR DE CHINA

11.02.2019 16:44
 
El joven Ministro de Defensa británico Gavin Williamson es un hombre ambicioso y eso despierta el entusiasmo de los que quieren ver una especie de restauración del Imperio Británico, aunque más no sea de forma parcial y sin importar que tan improbable sea ese hecho. El Brexit se acerca a sus momentos más tensos y esos momentos son caldo de cultivo para las ambiciones políticas personales y colectivas de algunos y para el fanatismo de otros.
 
Gavin Williamson acaba de anunciar algo que ya se sabía: que el primer despliegue del portaaviones británicos HMS Queen Elizabeth sería al Mar del Sur de China. Como también se venía especulando, el Queen Elizabeth tendría una dotación combinada de aviones F-35B británicos y estadounidenses. Los primeros no tienen suficientes aparatos como para completar la dotación del portaaviones. Es cada vez más claro que el Reino Unido tiene cada vez menos aliados y que los estadounidenses plantean exigencias para preservar la sociedad. Los EE. UU. saben que una Gran Bretaña posbrexit necesitará de los mercados del sudeste asiático y exige de los británicos colaboración en el difícil control del Mar del Sur de China. Hasta ahí el planteo sería razonable.
 
El ministro Williamson quiere aprovechar el Brexit para sus aspiraciones personales y plantea una recuperación del poder militar del Reino Unido, el problema es que parece desconocer la realidad. No sólo quiere crear bases en el Caribe y en el Sudeste Asiático y enviar un portaaviones al área de mayor influencia de China sino que quiere crear dos Grupos de Ataque de Litoral que incluirían buques de escolta, de apoyo y helicópteros, además de dos nuevos Buques de Ataque de Litoral - nadie dijo de dónde saldrían los fondos para adquirirlos. Esos dos grupos y los dos portaaviones Clase Queen Elizabeth junto a los dos buques de asalto anfibio Clase Albion podrían formar - en caso de necesidad - una gran fuerza expedicionaria capaz de "llevar la pelea del mar a tierra firme" para - según el ministro - mantener a raya a chinos, rusos y a cualquier país que según la interpretación británica no actúe de acuerdo a derecho.
 
El HMS Queen Elizabeth estará en condiciones operativas recién el año próximo y el segundo portaaviones de la clase está siendo terminado. Hasta hace poco los dos buques de asalto anfibio de la Royal Navy corrían peligro de ser desguazados por falta de fondos, el cuerpo de Royal Marines también estaba en riesgo de ser disuelto. Los destructores Type 45 tienen serios y no solucionados problemas de propulsión, toda la RN padece la falta de tripulantes y los F-35B tendrán una vida útil muy inferior a la esperada, por no hablar de su escasa autonomía y capacidad de cargar armas, amén de las limitaciones para ser reabastecidos en vuelo (en especial si operan desde portaaviones). Las fuerzas armadas británicas tienen un rojo financiero galopante que en los próximos diez años podría trepar a la suma de 30.000 millones de libras. 
 
Toda ambición tiene un límite sano, por llamarlo de algún modo. El Ministro de Defensa británico parece estar jugando con o en el límite. También cabe la posibilidad de que simplemente esté dando rienda suelta a sus aspiraciones de convertirse en un líder de la clase política británica, aprovechando para ello el Brexit y la credulidad de los más fanáticos.