HACIA EL "NO VA MÁS" DE BIDEN
11.10.2021 09:31
Los Estados Unidos de Norteamérica están en problemas. La economía no marcha bien. Los indicadores son claros: aumenta la inflación; el precio de los combustibles se disparó y la creación de empleos se desaceleró. Aún así el deterioro económico es el menos preocupante. La desintegración social es mucho más alarmante. El gobierno federal avanza sobre las decisiones de los estados y sobre los derechos individuales. Así la vacunación contra el covid se está volviendo cada vez más compulsiva. Muchos policías, médicos y enfermeras prefieren perder su trabajo a vacunarse. El caso de los médicos y enfermeras es llamativo; los que más saben sobre el tema y corren más riesgos, son de los que más se resisten a ser inyectados. Las comunidades de color también son un caso interesante. Miembros importantes de Black Lives Matter, grupo radical que tiene el apoyo del gobierno, comienzan a expresar su cansancio de que se les pidan certificados de vacunas y pruebas de que no están contagiados del Covid-19. Entre tanto por la cada vez más abierta frontera sur los ilegales son retenidos y luego liberados al interior del país sin necesidad de tests ni de vacunaciones obligatorias.
La situación es clara, la imagen de Biden cae día a día y hay que importar votantes y mano de obra barata por mucho que eso perjudique a los ciudadanos estadounidenses. El avance sobre las autoridades estatales también es de naturaleza totalitaria. Texas promovió una ley que limitaba fuertemente los abortos y el gobierno federal arremetió contra el estado con todo su peso en un claro abuso de poder. A los demócratas no les importan los niños por nacer ni la Unión, sólo su propia destructiva agenda política.
El estado cognitivo de Biden es lamentable y rápidamente declinante. Su exposición pública lo vuelve patético y su hijo Hunter lo vuelve aún más débil. Hunter es un hombre de personalidad adictiva y está sospechado de tráfico de influencias; las evidencias en su contra se acumulan y ya no pueden ser totalmente ignoradas ni siquiera por los medios de la izquierda liberal que intenta mirar para otro lado, a costa de grandes pérdidas de audiencia. No hay alternativas, Kamala Harris es impresentable y se esfuerza en demostrarlo permanentemente. La siguiente en la línea sucesoria en Nancy Pelosi, cuyos negocios familiares turbios comenzaron a ver la luz pública. Las sospechas de que ella y su marido se beneficiaron del tráfico de influencias son cada vez más fuertes y la hacen vulnerable a la extorsión por parte de miembros aún más radicales del partido, a los que le parece moderada. Tienen un extraño concepto del término "moderado".
Falta más de un año para las elecciones de medio término y más de tres para las generales y sin embargo el desgaste que acusan los demócratas es extremo. Los chinos, los norcoreanos, los iraníes, los talibanes y los rusos aprovechas la debilidad de Biden. Sin embargo, no todo son malas noticias para el mundo libre. Los votantes estadounidenses ya descubrieron cómo fueron manipulados por la prensa del Estado Profundo; cómo sus operaciones contra Donald Trump se basaron en una larga lista de mentiras. La demócrata Hillary Clinton ya no logra ocultar que tuvo mucho que ver con la venta de uranio estadounidense a los rusos y que es ella y no Trump, la que les debe favores. Hillary parece ser uno de los nexos entre los demócratas y el Estado Profundo. Si la investigación se profundiza hasta parte del FBI podría quedar seriamente comprometida. Se trata del mismo FBI que hace días recibió la poco honrosa tarea de perseguir a los padres que se oponen a que las escuelas laven los cerebros de sus hijos inculcándoles el odio racial; a que les impongan la agenda LGBTQI+ y los asfixien con el uso obligatorio de mascarillas en ambientes de muy de bajo riesgo de contagio. Los demócratas se tambalean y eso los hace acelerar la imposición de su agenda. Lo bueno es que en el apuro están cometiendo demasiados errores.