LA BATALLA DEL ATLÁNTICO - DUODÉCIMA PARTE: ALGUNOS ASPECTOS ESTRATÉGICOS DE LA BATALLA DEL ATLÁNTICO
Al comenzar la Segunda Guerra Mundial Gran Bretaña, una nación insular, importaba por vía marítima 55.000.000 de toneladas de bienes. Para ello contaba con unos 3.000 buques oceánicos y 1.000 grandes barcos de cabotaje. La Royal Navy era una marina de guerra poderosa, que sin embargo no contaba con una cantidad suficiente de buques de escolta. Todo esto fue tenido en cuenta por Karl Dönitz, quien supo aprovechar las debilidades de su enemigo.
Cuando los Estados Unidos entraron en guerra, Gran Bretaña fue el trampolín para buena parte de las operaciones militares combinadas. La logística marítima aliada sufrió muchísimo por los ataques de los U-Boote. Dado que hasta 1943 las pérdidas de barcos mercantes aliados superaban la construcción y reparaciones de los mismos, se tuvo que hacer un esfuerzo adicional por botar un número mayor de barcos mercantes.
Ello obligó a los estadounidenses a retrasar el desembarco en Normandía, debido a que no pudieron poner todos los soldados y equipos en Gran Bretaña en los tiempos deseados. De hecho hasta el número de divisiones destinadas al desembarco y operaciones posteriores se redujo bastante.
La falta de mercantes también influyó en la campaña italiana, dado que al tener que botar más mercantes, se dejaban de botar navíos auxiliares y de desembarco de tanques y de tropas.
Dönitz tuvo razón al afirmar que su pequeña fuerza de submarinos fue un arma verdaderamente estratégica. De haber sido escuchado antes por los líderes alemanes, el curso de la guerra hubiera sido aún más complejo para los aliados. Las potencias occidentales empleaban el mar para mantener su economía, incluso la de guerra y para abastecerse de fuentes de energía y materias primas. Además el despliegue de las fuerzas militares también se debió hacer por mar. Por otra parte el monto invertido en defenderse de los submarinos era mucho mayor que el costo de construirlos.
La Batalla del Atlántico fue sin dudas la única que mantuvo en jaque a los aliados, por mucho que ahora se afirme otra cosa. De no ser por los EEUU que volcaron en la guerra todo el peso de su poderío “humano”, económico y militar, la historia podría haber sido diferente. Lo dijo el propio Churchill: “La única cosa que me asustó durante la guerra fue el peligro representado por los submarinos. Todo un elogio a los hombre que, más allá de su ideología, lucharon con un valor extremo. También es un elogio a la tecnología, a las tácticas y a la estrategia empleadas por los alemanes.
Por atroz que fuera, la Batalla del Atlántico sigue siendo aún hoy un ejemplo digno de estudio. El uso táctico y estratégico de los submarinos durante la misma sirven para sacar conclusiones muy provechosas. Su relato no es sólo algo de sumo interés histórico, sino que - salvadas las distancias técnicas e ideológicas - sirve, aún hoy, de paradigma de la conducción de las fuerzas navales y aeronavales.
Próxima entrega: Final de la publicación especial