LA BATALLA DEL ATLÁNTICO - OCTAVA PARTE: LA BATALLA DEL ATLÁNTICO HASTA LOS PRIMEROS MESES DE 1941

25.01.2013 10:04

 

En la primera fase de la Batalla del Atlántico los submarinos alemanes lograron hundir una buena cantidad de buques. Al finalizar el año 1939 los U- Boote ya habían hundido más de 100 mercantes. En esta etapa se pusieron de manifiesto las fallas en los torpedos alemanes, que evitaron el hundimiento de muchas unidades británicas.

 

La táctica de los convoyes aún no había sido adoptada y los submarinos atacaban a naves aisladas, especialmente en el golfo de Vizcaya (considerado por algunos un mar) y al oeste del canal de Irlanda. Además de los mercantes, una de las víctimas más notables de los sumergibles alemanes fue el portaaviones británico HMS Corageous, hundido por el U-26, el 17 de septiembre de 1939, convirtiéndose en el primer buque de guerra británico - y más notorio aún, en el primer portaaviones - en ser hundido durante la Segunda Guerra Mundial. El Corageous fue construido para la Royal Navy, inicialmente como un crucero de batalla ligero y posteriormente fue reconvertido en portaaviones. A esta fase también corresponde el hundimiento del HMS Royal Oak, por parte de Prien y su U-47.

 

Pronto los británicos adoptaron la táctica de los convoyes y Dönitz respondió adoptando la de las “manadas de lobos”. La misma consistía en la utilización de grupos de sumergibles que batían una gran extensión del mar en búsqueda de los convoyes enemigos, en permanente contacto con el centro de operaciones. Cuando un U-Boote detectaba un objetivo comunicaba sus datos al mando para que el mismo dirigiese a los otros submarinos al punto de intercepción.

 

Cuando varias unidades estaban próximas al punto mencionado, pasaban al ataque. Generalmente lo hacían de noche y en superficie, tratando de infiltrarse en el interior del convoy. Dadas las características de las naves de escolta, ésta era la mejor manera de hacerlo. El ASDIC, equipo de detección activa, era inútil contra sumergibles navegando en superficie, aunque de todos modos en esa época aún no podía proporcionar datos sobre la profundidad del submarino detectado. En esa época el valor del ASDIC era un tanto relativo, pero no dejaba de ser un instrumento útil para detectar naves sumergidas.

 

Los convoyes solían ir en cuadro, con los pocos escoltas a cada lado, con alguno navegando un poco por delante y hacia afuera de cada vértice y alguno un poco por detrás y hacia afuera. El centro del convoy estaba reservado para las naves con cargas más peligrosas, como munición y combustible y para los transportes de tropas, cuando los mismos empezaron a ser parte de los convoyes. En los primeros tiempos un convoy contaba con una escolta de apenas 3 destructores y una corbeta por cada 40 mercantes.

 

La manada de lobos se situaba a un lado en una especie de semicírculo y así comenzaba el ataque. Los submarinos atacaban principalmente de noche y en superficie, evitando así ser detectados por los ASDIC. Cuando un convoy era atacado por submarinos, varios escoltas dejaban sus puestos para atacarlos a su vez. Eso dejaba huecos muy peligrosos que otros submarinos podían aprovechar.

 

Al comienzo, una forma de tratar de ver las siluetas bajas y esquivas de los submarinos era lanzando bengalas suspendidas por paracaídas, para poder ver el mayor tiempo posible.

 

Recordemos que a partir de junio de 1940, lo alemanes tuvieron a su disposición la extensa costa noruega y, más importante aún, la de Francia. La ocupación de esos países cambió el mapa geopolítico y la situación geoestratégica de forma adversa para Gran Bretaña. Además de alcanzar el interior del Atlántico, los submarinistas alemanes ganaron acceso a las costas africanas. A fines de octubre de 1940 era hundido hasta el 40% de los mercantes que formaban parte de un convoy. Fue la época a la que los submarinistas alemanes denominaron “los tiempos felices”