LA BATALLA DEL ATLÁNTICO - PRIMERA PARTE: ANTECEDENTES HISTÓRICOS

02.01.2013 09:57

 

Ya en el transcurso de la Primera Guerra Mundial el Océano Atlántico fue el espacio donde se combatió en torno al punto más vulnerable del Imperio Británico: sus rutas de suministro marítimas. Ante la imposibilidad de superar el predominio de la poderosa Royal Navy en la superficie, Alemania optó por la estrategia de llevar adelante una guerra predominantemente submarina contra los mercantes enemigos.

 

El submarino era por entonces un arma casi nueva, pero sus condiciones de arma sigilosa pusieron en peligro el abastecimiento de las islas británicas. En 1917 el número de mercantes hundidos por sumergibles alemanes era tan importante que hasta se contempló la rendición de Gran Bretaña si no se encontraba una rápida solución al problema. Los británicos agruparon a los mismos en convoyes que redujeron drásticamente las pérdidas.

 

La situación vivida en la IGM se repitió a partir de 1939 en otra gran batalla naval, la Batalla del Atlántico, que se prolongó casi toda la Segunda Guerra Mundial. Por sus características, más que una prolongada batalla, fue casi una guerra dentro de la Guerra. Para los fines de este artículo consideraremos como Batalla del Atlántico a aquella que se combatió en torno a los submarinos alemanes, no considerando las acciones que tuvieron lugar en torno a la flota teutona de superficie. Algunos historiadores incluyen estas últimas operaciones dentro de la misma.

 

Como nación insular, Gran Bretaña dependía en gran medida de los suministros que le llegaban por mar.

 

En 1934 Hitler anunció el fortalecimiento de la marina de guerra alemana con la anuencia de los británicos, que temían a la URSS. Los ingleses creyeron que el propósito del líder alemán era la revisión del Tratado de Versalles. Por uno de los puntos del ya mencionado tratado, el ejército alemán se redujo a 100.000 hombres y a su marina de guerra solo se le permitió poseer seis cruceros y varias naves pequeñas. Además Alemania no podía tener armas ofensivas, tales como submarinos, aviones, tanques y artillería pesada.

 

En junio de 1935 Gran Bretaña y Alemania firmaron un acuerdo que permitía al Führer incrementar el tonelaje de su marina de guerra hasta el 35% del de la Royal Navy y el 45% en el caso de los submarinos. Ese año comenzaron a construirse en Finlandia, por encargo de los alemanes, 14 submarinos tipo Vesikko de 250 toneladas.

 

Cuando finalmente los alemanes comenzaron a planificar la construcción de una flota que pudiera hacer frente a la Marina Real británica, los teutones subestimaron la importancia que estaba adquiriendo la aviación naval y se concentraron en la construcción de acorazados.

 

Pero hubo un hombre que tenía ideas más claras sobre cómo debía ser llevada a cabo la guerra naval contra los británicos. Tal como Yamamoto en Japón predijo con bastante anticipación la importancia que cobrarían los portaaviones, en Alemania Karl Dönitz supo ver la importancia que adquirirían los submarinos.