LA BATALLA DEL ATLÁNTICO - SEXTA PARTE: LAS ARMAS ANTISUBMARINAS (continuación II)

18.01.2013 07:52

 

El Squid

 

El Squid (calamar, en inglés) entró en servicio en 1944 (1943 según otros autores) y equipó a unos 70 buques. Consistía en tres tubos de mortero montados en línea, ligeramente descentrados para aumentar la dispersión las cargas de profundidad que lanzaba. Las cargas eran lanzadas formando un triángulo, a fin de que las tres detonaciones simultáneas potenciaran sus efectos. Las cargas caían unos 250 metros por delante de la nave. Análisis de posguerra demostraron que el Squid era mucho más efectivo que las cargas de profundidad convencionales.

 

Las cargas pesaban 177 kg, de los cuales 94 eran la carga explosiva de Minol (TNT, nitrato de amonio y aluminio). El hundimiento del proyectil se producía a una velocidad de 13,3 m/s, y para ajustar la profundidad a la que estallaría se empleaba una espoleta temporizada. La profundidad máxima a la que se podía emplear era de 274 metros. El primer hundimiento confirmado habría sido el del U-333, el 31 de julio de 1944, logrado por la fragata británica HMS Loch Killin.

 

Tal era la utilidad de Squid que el número de cargas de profundidad transportadas en las fragatas clase Loch, equipadas con ellos, se redujo a sólo 15, con un solo bastidor y un par de lanzadores ubicados en la popa, en comparación con los ocho lanzadores, dos bastidores y estiba de 100 cargas más en las fragatas clase River, que no contaba con ellos.

 

Piezas de artillería

 

Además de las cargas de profundidad, de los erizos y los Squid, los buques de escolta contaban con piezas de artillería para atacar a los submarinos en superficie, que solían ser poco eficaces por lo pequeño del blanco. Las armas antiaéreas eran eficaces contra sumergibles que se hallaban a muy poca distancia.