LA ESTRATEGIA EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL - VIGESIMOCUARTA PARTE: LA CAMPAÑA DE KURSK (I parte)

01.12.2021 11:00
 
La batalla de Kursk (Operación Ciudadela) fue una serie de choques armados que tuvieron lugar entre julio y agosto de 1943 en la región de ese mismo nombre, en los confines occidentales de Rusia. Los acontecimientos que tuvieron lugar durante la Operación Ciudadela, todavía son objeto de estudios por parte de los historiadores revisionistas ya que surgen nuevos documentos que permiten hacer análisis más precisos. Algunos afirman que Kursk no fue una batalla sino una campaña, una serie de batallas. Los soviéticos prefirieron llamar a los hechos "batalla", para poder autoproclamarse como los vencedores de "la batalla de tanques más grande de la historia". Algunos historiadores afirman que eso es muy cuestionable. Estrictamente hablando, la mayor batalla de tanques en Kursk fue la de Prójorovka. Durante la invasión de la URSS hubo una batalla - la de Dubno -  que habría involucrado un número mucho mayor de tanques que Prójorovka, aunque fue menos espectacular, por decirlo de algún modo, ya que los alemanes arrasaron con la vanguardia del Ejército Rojo. Hasta la victoria soviética en toda la campaña de Kursk es un hecho cuestionable. Fue una victoria estratégica pero los números muestran que también fue una victoria pírrica. Dejemos eso para los historiadores. 
 
La invasión alemana de la Unión Soviética u Operación Barbarroja, asumía que la destrucción de las tropas de frontera implicaría un colapso del Ejército Soviético. A pesar del soberbio adiestramiento, disciplina y magnífico armamento de sus fuerzas, la decisión de Hitler de atacar simultáneamente en dirección a Moscú, hacia el norte y hacia el sur de la URSS, fue una subestimación grave del potencial enemigo. Hubiera sido más realista ponerse por objetivo sólo la conquista de Ucrania. Los propios ucranianos estaban dispuestos a ponerse del lado germano y luchar contra los comunistas. Eso se aceptó de facto en los niveles intermedios pero no hubo una aprobación de una política general en tal sentido. La Campaña de Kursk propiamente dicha, tuvo objetivos más realistas que Barbarroja: la destrucción de la mayor cantidad posible de fuerzas soviéticas, en especial la aniquilación de las fuerzas blindadas. Como los soviéticos quedaron concentrados en una gran saliente, intentar un movimiento de pinzas tenía cierto sentido. Los alemanes tenían alguna posibilidad de éxito. De todos modos hay que mencionar que el Ejército Rojo era  hábil defendiendo posiciones y que había aprendido al menos algo sobre fuerzas blindadas y armas antitanque. Además los soviéticos supieron de los planes enemigos de antemanos y los alemanes les dieron tiempo para prepararse. 
 
Es difícil decir qué hubiera sucedido si los alemanes hubieran atacado sin esperar el arribo de sus nuevos tanques; no lo hicieron pero la espera tuvo cierta lógica y sensatez. Al mismo tiempo, la pausa dio a los comunistas tiempo de preparar sus defensas en profundidad, con el agregado de algo que antes no tuvieron en la misma calidad y cantidad: minas y obstáculos antitanque y sobre todo artillería antitanque. Los comandantes alemanes sabían de las habilidades defensivas de los soviéticos pero se dieron a la tarea de preparar un ataque al que difícilmente se pueda considerar un fracaso en sí mismo. Un hecho que les jugó en contra fueron los preparativos que estaban haciendo los soviéticos para una ofensiva fuerte hacia el oeste, especialmente al norte de Kursk, pero también al sur de la saliente. 
 
El ataque alemán contra la saliente siguió las reglas de la Blitzkrieg, con el mencionado movimiento de pinzas. En algunos sectores los soviéticos golpearon duramente los flancos alemanes, lo que obligaba a estos desviar unidades para proteger sus costados. La Luftwaffe contribuyó mucho al avance inicial pero terminó siendo superada por las interminables reservas rusas. Los alemanes lograron algunos éxitos importantes pero no alcanzaron su objetivo final de cercar al oponente. Aún si la maniobra de pinzas hubiera logrado completarse, los atacantes hubieran tenido que retirarse. Detrás de los defensores de Kursk, los comandantes de Stalin acumularon una gran cantidad de reservas. Además los aliados estaban desembarcando en Italia. Los historiadores son bastante coincidentes en reconocer el éxito parcial del intento alemán pero el resultado final fue una suerte de victoria pírrica aunque relativamente importante para Moscú, al menos desde lo estratégico y propagandístico.
 
Tal vez las fuerzas alemanas hubieran sido mejor empleadas en esas retiradas excelentemente ejecutadas que sabían pelear los germanos, que carecían de los casi inagotables recursos soviéticos. Eso les hubiera permitido acortar las líneas logísticas, constantemente atacadas por guerrilleros comunistas. (Continuará) 
 
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