LOS PORTAAVIONES CLASE QUEEN ELIZABETH: EL COMIENZO DE UNA PESADILLA

29.10.2015 12:06

 

Mientras avanza la construcción del segundo de los portaaviones clase Queen Elizabeth, es inevitable plantear algunas dificultades que generarán las dos nuevas naves de la Royal Navy. Se sabe que la Marina Real británica no contará con tripulantes suficientes para todos sus buques una vez que los portaaviones comiencen sus pruebas de mar. Tampoco contará con aviones suficientes y menos aún, aptos para dotarlos de una funcionalidad militar acorde a lo que se podría esperar de ellos. Los F-35 siguen plagados de problemas. Recientemente tomó conocimiento público la noticia de que la eyección es peligrosa para pilotos por debajo de cierto peso. El problema podría deberse, al menos en parte, al peso del casco, aunque por ahora no hay certezas sobre el tema. Solucionarlo podría llevar bastante tiempo. A eso se suma el eventual incremento del precio de estos aparatos si Canadá - tal como parece probable - decide optar por otra aeronave.
 
El F-35B es la única aeronave tripulada de ala fija que puede operar desde los portaaviones clase Queen Elizabeth (a excepción de los viejos Harrier vendidos por una suma muy baja al Cuerpo de Marines de los EEUU (USMC)). Además tiene una autonomía reducida y una baja capacidad de portar armas. Es más, el F-35B tendrá serias dificultades para aterrizar verticalmente con su cargamento de armas completo, máxime en condiciones atmosféricas de calor, alta humedad y baja presión. No es difícil imaginar cómo incrementará eso su costo de operación. Un F-35 que vuelva de una misión sin haber lanzado sus bombas y misiles podría tener que arrojar las mismas en el mar. Para el colmo la furtividad de estos aparatos es bastante relativa y tanto rusos como chinos están desarrollando formas de detectarlos y abatirlos. Los retrasos en el programa del Joint Strike Fighter les dan tiempo suficiente para desarrollar sus tecnologías en tal sentido.
 
Una vez que los clase Queen Elizabeth estén botados, comenzarán a originar costos adicionales. Ya se trabaja en la preparación de una base capaz de albergarlos y de permitirles zarpar y volver a la misma. Una vez iniciadas las pruebas de mar se sumarán a esos costos los gastos operativos que no tendrán una relación coherente con la capacidad de combate de estos portaaviones. Serán dos inmensas moles que generarán falta de tripulantes, pondrán en evidencia la insuficiencia de aeronaves de ala fija capaces de volar desde ellos y demandarán de buques de escolta que en algunos casos serán poco aptos para cumplir con tal misión, como es el caso de los tres primeros SSN de la clase Astute. También podría manifestarse una insuficiencia de buques de escolta. O alguien hizo mal los cálculos o éstos privilegiaron otros fines sobre las necesidades de defensa británicas.