POLVO Y CENIZAS
27.06.2022 10:56
El tambaleante Boris Johnson cree haber encontrado en Ucrania un buen tema para distraer la atención del público británico, irritado por sus numerosas fiestas regadas con alcohol, llevadas a cabo durante las durísimas restricciones que impuso con el pretexto de la pandemia del covid-19. En su afán circense arrastra a toda Europa a actitudes que ya no merecen otros calificativos que los de "demenciales" y/o "perversas". La población europea padece las sanciones impuestas por sus gobernantes más que los rusos. Entre tanto militares y civiles siguen muriendo en una guerra que a nuestro entender está perdida para Kiev.
Los rusos tomaron el control total de Severodonetsk y están arremetiendo contra la ciudad vecina, Lysychansk. Un poco hacia el sudoeste, Bakhmut está al alcance de su artillería. Los defensores de Lysychansk podrían quedar atrapados. Docenas de misiles de Putin siguen cayendo sobre Ucrania, la propia capital fue atacada con al menos cuatro de ellos. Entre tanto los líderes del G-7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido; además de la representación política de la Unión Europea) siguen imponiendo sanciones, profiriendo amenazas y prometiendo más ayuda. La asistencia militar llega con una lentitud irritante. Eso no impide que el Secretario General de la OTAN - al que la prensa comenzó a llamar "líder" de la Alianza - hable de la guerra como si estuviera explicando una receta de cocina. Ahora se le dio por incluir a China como una amenaza para la OTAN, otro condimento en el espeso caldo bélico. Xi Jinping es un riesgo para el planeta, no un peligro exclusivo para la Alianza Atlántica que se cree el ombligo del mundo cuando ya dejó de serlo. Paradójicamente se empujó a los rusos a aliarse con Pekín y otros países asiáticos, debilitando a Occidente hasta ponerlo en riesgo de desaparecer. Nos preguntamos si quienes están haciendo los cálculos los están haciendo bien o si el fanatismo ciega sus estimaciones más elementales. Stoltenberg no es más que un idiota útil, un títere descerebrado en manos de diabólicos payasos de película de terror - excepto que no se trata de ficción.
Es imposible que Ucrania gane la guerra sin equipo pesado y ese es escatimado hasta el extremo. Los rusos están empleando su aviación estratégica y los EEUU "planean comprar" misiles antiaéreos de medio y largo alcance para enviarlos a Kiev. Mientras Washington piensa y duda, la tropas del Kremlin avanzan en el este y en el sur de Ucrania y sus aeronaves disparan misiles desde espacio aéreo bielorruso. Putin sabe que tiene abierta una ventana de oportunidades y está aprovechando a ganar terreno antes de que la misma se cierre. Las poderosas defensas ucranianas del Dombás ya fueron atravesadas, los mejores hombres de Zelenski ya murieron. Lejos de detenerse, el avance ruso podría seguir a buen ritmo.
La OTAN está reforzando su presencia militar en Europa del Este, incrementando el riesgo de una guerra por accidente. Bastará un comandante de unidad nervioso o un misil desviado de su curso por un desperfecto para encender la chispa que haga estallar en llamas a parte del Viejo Continente. Polonia es el país que más riesgos corre. Incomprensiblemente también es el más belicista de todos. Los polacos siempre tuvieron más corazón que cabeza, están jugando a la ruleta rusa con varios proyectiles en el tambor. Eso es suicidio se lo mire por donde se lo mire. En su delirio masoquista, Varsovia invita a que la ataquen nuevamente. Si eso sucediera, tal vez no queden escombros suficientes para volver a la Edad de Piedra, todo quedará reducido a polvo y cenizas.
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