SIC TRANSIT GLORIA MUNDI
La Royal Navy dio inicio a la celebración británica del aniversario de diamante de la coronación de su reina. Una ensordecedora salva de veintiún cañonazos marcó el comienzo de los festejos de la soberana de una nación que supo ser uno de los imperios más poderosos del mundo. La celebración de una nación insular cuya marina de guerra aterrorizó y sometió a naciones de todo el globo. Todos los ojos estaban clavados en el HMS Diamond, el moderno destructor encargado de los cañonazos rituales. Cuatro helicópteros de la Marina Real zumbaban sobre la nave en formación de diamante. La RAF aportó dos aviones Typhoon que surcaron el cielo con un sonoro rugido de león, con la voz dominante de un león imperial.
¿Majestuoso? No, patético. Apenas ciento quince años antes los buques de la armada imperial se extendían por kilómetros y kilómetros perdiéndose en la bruma. Las buques de la Armada Real, 165 de ellos, habían formado para una majestuosa revista naval. Fue el 26 de junio de 1897, para celebrar el aniversario de diamante de la reina Victoria, soberana de Gran Bretaña e Irlanda, emperatriz de la India y ama de otros numerosos dominios más allá de los mares. Había 21 acorazados y 44 cruceros. La reunión de esa gran flota no había exigido la retirada de una sola nave, ni desde el Mediterráneo ni de los lejanos escuadrones que custodiaban las rutas marítimas del imperio. La orden del día era tan clara como sencilla: "Si el contribuyente británico no siente un escalofrío de satisfacción por una visión tan espléndida y tan inspiradora, no es un patriota ni un verdadero ciudadano".
Las revistas navales se celebraron en Gran Bretaña desde 1415, cuando Enrique V inspeccionó a la flota reunida para la invasión de Francia. En el siglo pasado marcaron la coronación de Jorge V en 1912, la movilización de la flota en 1914, la coronación de Jorge VI en 1937, la coronación de la actual reina, en 1953, su jubileo de plata en 1977 y el bicentenario de Trafalgar en 2005.
La reina y el duque de Edimburgo, un oficial de carrera antes de contraer matrimonio, deben mirar hacia atrás con tristeza, recordando aquel 15 de junio de 1953, cuando abordaron la fragata Surprise para pasar revista a la armada reunida para celebrar la coronación. La Armada no tenía escasez de portaaviones. El Eagle, el Indomitable, el Illustrious, el Theseus y el Perseusse se alineaban junto al canadiense Magnificent y al Sydney de Australia. Otros portaaviones estaban ausentes, por hallarse en operaciones, en una zona que abarcaba desde el Mediterráneo hasta el Lejano Oriente. En total unos 300 barcos, cruceros, destructores, fragatas y dragaminas, participaron de aquella revisita, sobrevolados por unos aviones 300 del Arma Aérea de la Flota.
Hoy la Royal Navy está compuesta por dos portahelicópteros, un sólo buque de asalto en actividad, seis destructores, 13 fragatas, 42 embarcaciones menores y 13 auxiliares, sin descontar a aquellos que se encuentran en reparaciones. La marina británica no cuenta con portaaviones ni aviones.
Ésta nación decadente tiene en su poder las Islas Malvinas y otros archipiélagos del Atlántico Sur. Argentinos, deberíamos sentir vergüenza.