TEMBLOR POLÍTICO EN CANADÁ EN TORNO A LA COMPRA DE LOS F-35

08.04.2012 20:22

El compromiso para la adquisición de los F-35 era, hasta un contrato de construcción naval del año pasado, la compra más grande en la historia de Canadá. Sin embargo, se llevó a cabo, como surge ahora, sin la documentación adecuada, sin datos precisos, y sin que se haya seguido ninguna de las reglas normales de adquisición. Los funcionarios del área de defensa simplemente decidieron de antemano cuáles eran las aeronaves que querían y eso fue todo. Se evadieron directrices, se mintió al Parlamento y al final el contribuyente canadiense fue manipulado para comprar aviones que llegarían años después de su supuesta fecha de entrega y al doble del costo prometido.

 

Los militares también son cuestionados. Para convencer al gobierno conservador de ampliar la participación de Canadá en el programa en un momento crítico del año 2006, hablaron de 12 mil millones de dólares (la cifra es casi igual si se habla de dólares canadienses o americanos) en contratos que podría asegurase la industria de ese país, si el mismo seguía participando en el proyecto. Al parecer mencionaron la cifra potencialmente más alta que se podría alcanzar, no un número objetivo.

 

El Auditor General de Canadá criticó el programa F-35 pero no señaló un responsable y/o culpable. La cadena de errores, omisiones y/o complicidades parece ser bastante larga. Tal vez algunos hechos nunca hubieran salido a la luz si los costos de esto aparatos no hubieran trepado tanto y su desarrollo no se hubiera demorado. Pero eso sucedió y se desencadenó una severa tormenta política. La tempestad recién comienza y nadie se atreve a predecir sus dimensiones. El vendaval levantará el polvo que cubría errores, negligencias o malas intenciones dejando eso al descubierto.

 

Los hechos son confusos y se prefiere hablar de negligencia y desidia, antes que de delito. Para el contribuyente canadiense cualquiera de las dos posibilidades hubiera sido igualmente onerosa. Pero ahora el gobierno congeló la suma a gastar en los F-35. No se gastará más que el dinero estipulado, sea cual fuere el número de aparatos que el mismo pueda pagar.

 

Los canadienses se preguntan si deben deplorar la manipulación de las necesidades operacionales por parte de funcionarios de defensa para justificar una decisión que ya se había tomado o si deben apuntar más arriba, a la cúpula del gobierno que aprobó la compra sin preguntar mucho. Se preguntan si los funcionarios de defensa subestimaron deliberadamente el costo de los aviones en las presentaciones ante el Parlamento y el público, o si ellos mismo creyeron que esos costos, muy inferiores a los reales, serían los verdaderos costos del programa.

 
Se habla de una combinación de faltas de ética profesional, de responsabilidad ministerial y de la mala rendición de cuentas.

 

A esta altura de los acontecimientos, cabe preguntarse, teniendo en cuenta nuestro artículo anterior sobre este tema, si estos hechos  no significarán otra vuelta ascendente en la larga espiral de costos de los F-35.

 

El F-35 puede terminar siendo un buen avión, al menos en alguna de sus versiones, si no en más de una de ellas. Sin embargo no dejamos de preguntarnos si un arma merece tal dilapidación de dinero. El monto del mismo es obsceno.