UN EXAGENTE DE LA KGB EN EL IMPERIO DE LOS ZARES

23.07.2022 11:47
 
Los medios masivos de occidentales siguen repitiendo las mismas mentiras desde el principio de la guerra y - sorprendentemente - todavía hay gente que las cree. Desde fines de marzo del corriente año los misiles de Putin "están a punto de agotarse". La verdad es que siguen golpeando ciudades ucranianas de importancia táctica y estratégica. Los medios parecen olvidar que Rusia fabrica sus propias armas y que Asia no es parte del bloqueo organizado por los EEUU y ejecutado contra la voluntad de muchos ciudadanos de Canadá y Europa que padecen en carne propia el castigo "contra el Kremlin". A los altos dignatarios de la Unión Europea eso les importa poco y nada. El deterioro democrático estadounidense, canadiense y europeo es preocupante. Al Nuevo Orden Mundial no le interesa la opinión del ciudadano común. Tampoco le interesa su calidad de vida, ni siquiera la vida misma. La guerra de Ucrania, alimentada por los ya casi vacíos arsenales occidentales, así lo demuestra. Claro, no todos los mandatarios están en el juego por propia voluntad. El alemán Olaf Scholz tiene el coeficiente intelectual de un mosquito y la voluntad de una ameba. No habría nada malo en eso si no fuera el Canciller de su país; el problema es que sí lo es. Los mandatarios formales del Hemisferio Oeste son mayormente imbéciles. Al Estado Profundo así le conviene o al menos eso cree. Joe Biden ya da pena; Kamala Harris es una inservible; Boris Johnson ya pagó el precio de su propia estupidez. El problema es que todo se derrumba demasiado rápido. La embestida de los tractores de los campesinos holandeses se parece mucho a la de los camioneros canadienses.
 
Mientras el oeste se tambalea, las fuerzas de Putin avanzan. Nuevamente le mentirán sobre el hecho. Lo cierto es que los ucranianos pelean con una combinación de armas y municiones del origen más diverso. La escasez de soldados entrenados; la falta de repuestos y municiones y de una estandarización del equipo constituyen una verdadera pesadilla logística. Las tropas de Kiev resisten en las últimas posiciones fortificadas del Dombás, aquellas que fueron construidas después de la ofensiva rusa en Crimea. Cuando los rusos crucen esas líneas no será sencillo continuar conteniéndolos. El Secretario de Defensa estadounidense Lloyd Austin y el cipayo General Mark Milley - dos de los "genios" que orquestaron la caótica retirada aliada de Kabul - repetirán sus mentiras hasta el cansancio. Según ellos un puñado de sistemas de lanzacohetes HIMARS detendrá a los rusos. Ni Hitler en sus peores delirios estuvo tan alejado de la realidad como para creer que una docena de lanzacohetes cambiaría el curso de la guerra. Las "armas maravillosas" de occidente poco pueden hacer contra el poderío ruso; contra sus casi inagotables reservas de tanques; contra su abrumadora superioridad aérea (de la que pocos hablan); contra sus misiles hipersónicos y contra los submarinos que los lanzan lenta pero constantemente. 
 
Si todavía no lo hizo, despierte. A menos que suceda algo realmente extraordinario la guerra está perdida para Ucrania. Ya lo dijo el Ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov: "Ahora la geografía es diferente. No son solo Donetsk y Luhansk, son Kherson, Zaporizhzhia y una serie de otros territorios." Tal vez ahora la intención sea atravesar la frontera ucraniana y tomar Polonia que accedió a ser la playa de maniobras de la OTAN en lo referente al conflicto bélico en curso. Por increíble que suene un exagente de la KGB quiere restaurar la Rusia de los zares. Lo está logrando. La casta (o costra) política de Occidente le está haciendo el trabajo muy fácil. Fue el ruso Leon Tolstoy quien afirmó: "Los más fuertes de todos los guerreros son estos dos: Tiempo y Paciencia". Putin lo sabe. Lamentablemente también lo sabe Xi Jinping. Los grandes portaaviones norteamericanos nada podrán hacer por frenarlo. Los chinos tienen sus propios misiles hipersónicos, aún más poderosos que los de los rusos. La tecnología militar estadounidense es cara pero ineficaz. Desde lo meramente humano nuestra mayor esperanza es que la Gran Muralla China caiga como el Muro de Berlín. Después de todo, los imperios suelen derrumbarse por el peso de su corrupción interna. Los EEUU son una de las pruebas de ello, están gobernados por un demente y una mujer de dudosa reputación. Así les va: tienen la inflación más alta de las últimas cuatro décadas y ruegan por petróleo a los árabes mientras venden sus reservas del oro negro a los chinos. Si no fuera trágico sería muy cómico. No lo es.
 
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