CAOS

24.09.2021 07:04
 
Finalmente prevaleció el sentido común. La iniciativa del "Escuadrón", un grupo de legisladoras progresistas que quiso retirar los fondos para proveer a Israel de los misiles necesarios para reabastecer la Cúpula de Hierro (el sistema que protege a los israelitas de los ataques con cohetes) no prosperó. El daño, sin embargo, está hecho. Las prominentes demócratas habían esgrimido consignas antisemitas. Ahora todos quieren minimizar lo sucedido pero el daño está hecho. Se suma a lo sucedido en Afganistán, cuando Biden decidió retirar las tropas sin una notificación apropiada a sus aliados que debieron trabajar contra reloj para evacuar a sus ciudadanos y soldados. A eso hay que sumar la doble ofensa a Boris Johnson: el haberlo interrumpido en plena conferencia de prensa para proteger a su par estadounidense y el haber anunciado a sus espaldas un trato con la Unión Europea. Los franceses están furiosos porque los norteamericanos les estropearon un proyecto de construcción de submarinos con los australianos.
 
En el frente interno la situación es igualmente mala o peor. Todavía hay estadounidenses varados en Afganistán y ni siquiera se sabe cuántos son. Los talibanes los están usando como moneda de cambio para distintas concesiones. Los veteranos están furiosos por lo sucedido. Los Estados Unidos no dejaban a su gente atrás. Biden lo hizo. Él es responsable por la calamitosa situación en la frontera sur por la que los inmigrantes ilegales pasan como el agua. No se los obliga a vacunarse contra el covid como sí se quiere obligar a vacunarse a todos los ciudadanos estadounidenses. Esa es una medida que el presidente no tiene el derecho de imponer. La oposición a la vacunación obligatoria es creciente como es creciente la indignación de los ciudadanos de los estados fronterizos, donde los inmigrantes hacen estragos. También hacen estragos los narcotraficantes y los traficantes de seres humanos; a menudo se trata de tráfico sexual. Si los policías de frontera actúan para mantener el orden, pueden ser castigados.
 
La inflación en los EEUU comenzó a crecer de forma alarmante, también crecen de forma alarmante los delitos. Las políticas de la izquierda radical de fomentar el odio racial y desfinanciar a la policía están generando un incremento de todo tipo de crímenes, incluyendo los homicidios. Claro está, algunos funcionarios demócratas - los mismos que dejan sin fondos a las fuerzas del orden - gastan fortunas en custodios. Usan fondos públicos, claro.
 
La popularidad de Biden está en picada, diferentes encuestas reflejan una caída permanente y vertiginosa. También es claro el creciente deterioro cognitivo del presidente. Es difícil imaginar que pueda seguir ocupando el más alto cargo en el Ejecutivo estadounidense por mucho tiempo. La pregunta ya no es si resistirá o no, la cuestión más bien parece ser hasta cuándo podrá sostenerse y qué es lo que sucederá después. Un eventual recambio presidencial no debería ser problema en un país serio pero los Estados Unidos de Joe Biden no lo son. Dejaron de serlo el mismo día en que el presidente asumió su cargo. 
 
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