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HACIA EL FIN DEL IMPERIO BRITÁNICO (segunda y última parte)
Desde las fuerzas armadas británicas, desde sectores que usualmente las apoyan a ultranza y desde la propia oposición laborista, las voces críticas se escuchan cada vez más seguido. El jefe del Ejército, el General Peter Wall, advirtió que cualquier diferencia (causada por los recortes de gastos) entre los recursos y las capacidades militares planeadas, podría llegar a ser muy peligrosa, muy rápidamente.
También existe preocupación por la Royal Navy. Tanto desde la Cámara de los Lores como desde sectores ligados a la Marina Real británica se plantearon temores sobre la capacidad de la misma para cumplir con su cometido. No faltan referencias explícitas a la Guerra de Malvinas y la cantidad de buques de escolta operativos que podrían mandarse hoy por hoy en caso de un nuevo conflicto en el Atlántico Sur o en cualquier otro lugar del mundo.
Nadie habló de submarinos, pero en el Servicio Silencioso británico la situación es aún peor. Además de momento Gran Bretaña no tiene portaaviones y posiblemente pasarán al menos diez años para que tenga uno plenamente operativo. Y cuando esté plenamente operativo, los F-35B que compondrán su dotación serán obsoletos frente a los misiles chinos e indios y frente a algunas aeronaves rusas.
Hoy trascendió la noticia de que un submarinista y un hombre encargado del manejo de aeronaves en cubierta de portaaviones, acaban de calificar como tales en naves de la Marina de los Estados Unidos. Oficialmente es “una muestra de cooperación de los dos aliados”, es parte de un “programa de intercambio”. ¿Intercambio? ¿En qué portaaviones británico podría calificar para determinada aptitud un estadounidense?
Ciertamente el imperio británico no desaparecerá del todo. Pero es muy probable que se vuelva un apéndice de los EEUU. Aislada de Europa por propia elección, Gran Bretaña se está convirtiendo en un país cada vez más dependiente de los EEUU. Recibirá algunas migajas a cambio de ser uno de los brazos ejecutores de la más que cuestionable “política” exterior de los norteamericanos. A cambio los británicos tendrán que lidiar con cuestiones como el “cansancio de la guerra”, "el fenómeno Vietnam”. No lo decimos solo nosotros. Lo expresó el propio Philip Hammond. Tal vez esa fue su expresión más lúcida de los últimos tiempos.
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