EL DETERIORO POLÍTICO Y MILITAR DEL REINO UNIDO PONEN EN PELIGRO A OCCIDENTE

 

El Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte acaba de enviar cinco helicópteros Apache y 110 soldados a Estonia para reforzar su presencia en la región ante lo que el joven y excéntrico Ministro de defensa británico, Gavin Williamson, denominó una "amenaza muy creíble" de Rusia en la región. Es cierto que existen numerosos informes de inteligencia que dan cuenta de la fuerte e incluso creciente presencia rusa en la zona. Sin embargo, la manifestación del ambicioso Williamson es la de un hombre que ya anunció la intención del Reino Unido de instalar bases militares en el Lejano Oriente y el Caribe, que expresó sus intenciones de enviar el portaaviones HMS Queen Elizabeth al sudeste asiático, que quiere incrementar la presencia británica en el Ártico y que aseguró que los británicos pueden asumir un rol protagónico a nivel mundial.  

 

El Reino Unido sigue sumido en el caos político de un Brexit que no se decide concretar. Las finanzas de su sector de defensa presentan un rojo creciente y la situación del personal y del material de sus fuerzas armadas es alarmante. Ayer dábamos cuenta de que el submarino de ataque HMS Talent de la Royal Navy no pudó zarpar hacia el Mar del Norte y el Ártico porque siete de sus tripulantes habían presentado cocaína en sangre. Ese no es un hecho aislado, en al año 2017 nueve tripulantes del SSBN HMS Vigilant fueron dados de baja por presuntos problemas de drogas y dos de sus oficiales fueron relevados de sus cargos por otras razones. Según fuentes británicos los problemas de drogas son aún peores en los buques de superficie y el Ejército Británico no se queda atrás; algunas de sus unidades presentan problemas muy graves en ese sentido. A eso se le suma la seria y no resuelta falta de personal en ambas fuerzas.

 

Gavin Williamson quiere lograr una suerte de restauración del Imperio Británico pero no puede poner orden ni en sus propias filas. No es un caso aislado, más bien es el reflejo de los problemas de toda la sociedad británica que no renuncia a sus sueños de grandeza pero que se desintegra en rencillas internas. Por antipático que eso nos resulte, el Reino Unido cumplía un rol importante en mantener un equilibrio mundial frente al crecimiento económico y militar chino y frente a la restauración del poder militar ruso promovida por las ambiciones y el expansionismo del Vladimir Putin. Europa, que debería llenar ese vacío, no está dispuesta a invertir dinero en defensa. Por el contrario, delira con el proyecto de crear su propio ejército, es difícil imaginar cómo, cuando y con qué. Solo Donald Trump parece tener una visión más clara del escenario mundial y trata de destinar medios de la (por momentos exagerada) guerra contra el terrorismo a enfrentar los conflictos más tradicionales. Los liberales e izquierdistas americanos, como era de esperarse, se ensañan con él.