Ucrania avanzó unos 15 km (en una franja de 40 kilómetros de ancho) dentro del territorio ruso en la región de Kursk pero los rusos ya lograron contener buena parte de esta ofensiva. Las fuerzas especiales del Kremlin están trabajando en operaciones de sabotaje y reconocimiento para identificar y destruir grupos ucranianos dispersos. Las consecuencias del ataque ucraniano serán graves: Putin señaló que las acciones enemigas, incluyendo ataques a infraestructura nuclear y población civil, anularon cualquier posibilidad de negociación.
Ucrania puso a la Unión Europea en una situación difícil, especialmente a Hungría y Eslovaquia, debido a su ataque a la estación de medición de gas de Suja, lo que provocó un nuevo aumento récord de los precios de ese combustible. Esto beneficia a Rusia y perjudica a todos los países de la Unión Europea que dependen del gas. En términos militares, la ofensiva ucraniana en Kursk está siendo un verdadero desastre. Se informa que sólo en la ciudad de Guirri, las fuerzas rusas destruyeron siete transportes blindados BTR, un M113 y un camión, así como a 50 soldados ucranianos. Se estima que Ucrania perdió más de un centenar de tanques y otros vehículos blindados y entre 1.500 a 2.000 soldados en esta incursión. Algunos aseguran que esas cifras son conservadoras.
Las tropas de Moscú continúan avanzando en otros frentes ucranianos, avanzando el doble de rápido que antes de la contraofensiva ucraniana. Muchos grandes medios occidentales exageraron la envergadura del ataque de las fuerzas de Kiev. Aún así, las bajas ucranianas pueden considerarse catastróficas. Las mejores reservas y fuerzas especiales están siendo destruidas por los rusos. Los ucranianos intentaron acercarse a una planta de energía nuclear en Kursk y atacaron con drones la planta nuclear de Zaporiyia. El riesgo de un ataque con misiles a esos objetivos persiste.
Según algunos observadores, lo ocurrido en Kursk fue un ensayo a gran escala, una práctica de lo que podría haber sido un ataque masivo desde los flancos de la OTAN para invadir el territorio ruso. Fracasó. Las fuerzas ucranianas ya están prácticamente rodeadas. La OTAN buscaba las debilidades militares de Rusia y se está retirando con la nariz ensangrentada. Los misiles Iskander y los drones rusos están haciendo estragos en el equipo alemán, italiano, británico y estadounidense. En otros frentes, como lo es Jersón, los rusos avanzan a gran velocidad. Rusia ha informado de la destrucción de un convoy de 15 tanques ucranianos y de la OTAN mediante un misil Iskander-M en la región de Sumy. Ahí los ucranianos perdieron al menos 19 vehículos blindados. Numerosos videos confirma las pérdidas.
Al parecer Kiev debió transferir tropas del Donbass a Kursk. Son reservas que hubieran sido mucho más útiles en posiciones defensivas que en un ataque descabellado, un golpe publicitario que podría haber beneficiado a la administración Biden - de haber sido exitoso. En la práctica se encamina rápidamente a un tremendo fracaso militar con consecuencias impredecibles. Los suministros de municiones y refuerzos a las fuerzas ucranianas en el frente de Pavlivka y otras se vio disminuida desde la ofensiva en Kursk. Pavlivka, en el sur del frente oriental, es crucial para la defensa del Donbass. Los rusos capturaron varias aldeas cerca de esa zona y se acercan a la estratégica localidad de Novohryhorivka. En la región de Járkov (Kharkiv), los combates continúan en Volans, donde las fuerzas rusas avanzan a paso lento pero firme. La incursión ucraniana no tiene ningún sentido contra un enemigo mucho más numeroso y cuyo material parece no agotarse. Como mucho habrá tenido cierto valor publicitario: Rusia puede ser invadida. Habrá que ver si ahora los rusos no quieran tomar represalias contra la zona occidental de Ucrania. Después de la Batalla (o campaña) de Kursk durante la IIGM, los tanques rusos no se detuvieron hasta entrar en Berlín. Consideramos improbable que esa parte de la historia se repita.