KABUL HUELE A SANGRE
23.08.2021 07:40
Todo está saliendo mal en Afganistán y eso es simplemente el resultado de haber hecho las cosas mal. La retirada no pudo haberse planeado ni ejecutado peor de los que se hizo. Los talibanes rodean el aeropuerto de Kabul y los civiles estadounidenses que se encuentran fuera del mismo dependen de un muy precario acuerdo con los fundamentalistas para poder acceder a los aviones defendidos por otro cerco armado, el norteamericano. De hecho la embajada estadounidense en Kabul aconsejó a sus ciudadanos permanecer escondidos y no moverse de sus escondites a menos que se les comunique individualmente que lo hagan. Al cruzar el cerco talibán corren el riesgo de ser duramente golpeados. Algunos pagan altos sobornos para que algún fundamentalista los conduzca a través del mismo. El tiempo se acaba, el acuerdo expira el 31 de agosto y los talibanes afirman que no habrá prórroga . El Presidente Joe Biden, entre tanto, está más preocupado por descansar que por resolver la crisis que generó. De su vicepresidente, Kamala Harris, no hay noticias, en términos teatrales: hizo mutis por el foro.
Los analistas militares más serios afirman que los estadounidenses ya son rehenes de los fundamentalistas musulmanes. Si tienen que esperar a que un funcionario estadounidense los llame a su escondite para decirles que pueden ir al aeropuerto y luego corren el riesgo de ser golpeados al cruzar el círculo talibán, eso es exactamente lo que son. El problema es que Biden no lo entiende, su senilidad ya es indisimulable, ya ni sus mentiras son creíbles. Sólo es capaz de responder preguntas con su mirada cada vez más perdida y vidriosa. Hay coincidencia entre los militares: esto es peor que la caída de Saigón de 1975. Se parece a la crisis de los rehenes de Teherán que se desarrolló entre el 4 noviembre de 1979 y el 20 de enero de 1981. Durante ese largo lapso de tiempo, estudiantes iraníes mantuvieron cautivos a 66 diplomáticos y civiles estadounidenses. Hay una diferencia: el número de rehenes en Kabul es muchísimo mayor y para el colmo, desconocido.
Poco parece importar ahora cómo se resolverá el tema Biden, cuya ineptitud para el cargo ya se hizo evidente para la mayoría de los estadounidenses. Su su sucesora Kamala Harris es un cero a la izquierda en materia de política internacional. De todos modos el mayor problema son los miles de estadounidenses que están atrapados en Kabul. Muchos veteranos de la guerra en Afganistán afirman que la única opción es volver a tomar algunas bases aéreas, ir a buscar a los civiles y llevarlos a las mismas con escolta armada. Biden sacó de Afganistán a 2.500 soldados, después envió a 7.000 para resolver la crisis que generó y ese número es totalmente insuficiente para llevar adelante una operación de esa naturaleza. Los propios funcionarios de Biden admiten que hay miembros de Al Qaeda en Afganistán, son los que fueron liberados por los talibanes. Ya poco parece importar que ruede la cabeza de Biden. El riesgo es que rueden las cabezas de ciudadanos estadounidenses atrapados en Kabul. Esas no rodarán en sentido figurado. Kabul huele a sangre. Nuevamente.
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