Volver a la oficina después de las fiestas de fin de año suele ser un tanto duro ya que en estos días nos hemos desconectado, nos hemos divertido, hemos descansado, entonces nos queda animarnos y tener la mejor actitud frente a nuestro primer día de trabajo después de las vacaciones. En todo caso, si hemos dejado las cosas en orden no tendremos mayor contratiempo que la acumulación de trabajo de estos últimos días. Tomemos las cosas con calma y comencemos el día escuchando música. Estrenar ropa también anima, un delicioso desayuno revitaliza y salir a tiempo nos evita correr.

 

Por otro lado, no es recomendable programar reuniones para el primer día después de las vacaciones ya que los retornos son estresados y las reuniones merecen su tiempo de preparación.

 

También es buena idea si se rompe la rutina. Se puede elegir un nuevo restaurante para almorzar, organizar de otra manera el espacio donde se trabaja, arreglar el escritorio, tirar la agenda del año pasado (no sin antes darle un vistazo).

 

La cantidad de correo electrónico acumulado de estos días pueden cansar por lo que la bandeja de entrada debe ser revisada de manera rápida. No es necesario estar todo el día revisando el correo ya que habrán otros temas que atender.

 

Algo que anima mucho es pensar en las siguientes vacaciones por lo que se puede ir revisando el calendario para ver las fechas próximas elegidas. ¡Feliz retorno!

 

 

Mientras arrecian las críticas contra Gran Bretaña por el apoyo casi ficticio a Ucrania al haber enviado al Mar Negro un buque hidrográfico tan débilmente artillado que es incapaz de defenderse eficazmente a sí mismo; mientras los rusos siguen concentrando fuerzas cerca de su frontera con los ucranianos; cuando expertos y analistas no descartan una escalada del conflicto en la región; cuando todavía no se apagaron las críticas hacia el Ministro de defensa británico, Gavin Williamson, por su insulso Programa de Modernización de la Defensa para el cual no se sabe de dónde saldrían los fondos, el encargado de la Defensa británica hizo públicas sus intenciones de establecer bases británicas en el Lejano Oriente y en el Caribe.

 

Las críticas contra Williamson estallaron con redoblada furia. El Reino Unido está atravesando un traumático tramo final en el proceso de salida de la Unión Europea. La incertidumbre crece y los informes y pronósticos (incluso los oficiales) presentan un panorama bastante desfavorable para los británicos tras el Brexit. En ese contexto el ministro afirmó al Sunday Telegraph: "Este es nuestro momento más grande como nación desde el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando podemos reformularnos de una manera diferente, en realidad podemos desempeñar el papel en el escenario mundial que el mundo espera que desempeñemos".

 

Al parecer Williamson desconoce el estado de las naves de escolta de la Royal Navy, ignora el reducido número de submarinos y de aviones F-35B con los que cuentan sus fuerzas armadas y sobre todo ignora el rojo financiero que asuela a toda la Defensa del reino. El ministro no sabe que los chinos desarrollaron una fuerza militar temible y que no mirarán alegremente la instalación de bases militar cerca de su territorio, no sabe que Brasil está construyendo una fuerza de submarinos poderosa y que no verá con buenos ojos a los buques de la Royal Navy estacionados o navegando en su zona de influencia. En nuestro último artículo afirmábamos que Gavin Williamson es un hombre joven y ambicioso. Quien ambiciona y proyecta mucho más allá de lo que puede realizar, delira. 

 

Habría que preguntarse si el ministro cree en sus propias palabras o si simplemente está pronunciando un discurso político. Williamson fue acusado en dos oportunidades de complotar contra Theresa May. Las pruebas al respecto - si es que merecen ese nombre - son muy endebles, no se sostienen, no permiten acusarlo. La ambición sí está probada y puede perderlo no sólo a él. Puede dañar al gobierno para el que trabaja, a toda su nación.

 

 

A treinta días de que Ucrania declarara la ley marcial luego de que la guardia costera rusa capturara tres buques ucranianos con su tripulación, la misma fue levantada. Poco y nada fue lo que cambió en un mes. Ucrania sigue tan sola como entonces, de hecho aún más. El apoyo de los países que según el acuerdo de 1994 debían garantizar su integridad territorial fue simbólico, casi ficticio.

 

Ayer el medio estadounidense The National Interest atacó con dureza el débil y tardío apoyo del Reino Unido, materializado en el envío al Mar Negro de un buque hidrográfico débilmente armado. El medio también parece querer dar un golpe por elevación al Ministro de Defensa británico, Gavin Williamson. Williamson es un hombre joven, ambicioso y con fama de un tanto cruel pero en los últimos días fue atacado con extrema dureza por la oposición y algunos medios de prensa británicos por su Programa de Modernización de la Defensa. El programa es insulso, inconsistente, falto de datos concretos sobre la modernización en sí y sobre los fondos con los que se concretaría en medio de un fortísima crisis financiera de las fuerzas armadas británicas.

 

El National Interest no es intervencionista pero aún así da un dato sobre el despliegue del avión de observación dispuesto por el Pentágono en apoyo de Ucrania después del incidente en el Mar Negro. El vuelo de vigilancia, efectuado por de un avión de observación OC-135, habría tenido lugar bien sobre el interior del territorio ucraniano y lejos de las fuerzas rusas y pro-rusas.

 

La actitud de los Estados Unidos de América es comprensible, máxime en el marco de las actitudes relativamente moderadas de Donald Trump en materia de intervenciones militares. En eso es mucho más equilibrado que sus predecesores. Aún así había un acuerdo que cumplir y - al menos en su espíritu - fue quebrantado.

 

Es menos comprensible la actitud británica que en pleno proceso del Brexit deja sola también a Ucrania, que no es miembro de la UE. La actitud de Londres se parece un poco a la política de apaciguamiento de Neville Chamberlain antes de la Segunda Guerra Mundial. Si bien creemos que se está lejos de una escalada general unilateral por parte de los rusos también estamos persuadidos que se deben establecer límites mucho más claros. La historia lo aconseja así.

 

 

En nuestro último artículo hemos explicado las opciones que quedaron abiertas para la salida de Gran Bretaña de Europa: la aceptación de un acuerdo con la Unión Europea; una salida sin acuerdo o una marcha atrás en la decisión de abandonar la UE.

 

La aceptación del acuerdo tal como está definido hasta este momento dejará disconformes a muchos británicos pero la UE parece no estar dispuesta a ceder.

 

Las consecuencias de una salida sin acuerdo son impredecibles. Además de un posible desabastecimiento de comestibles y de algunos medicamentos varias decenas de programas de seguridad se verán debilitados, entre ellos algunos de intercambio de inteligencia. Si bien los principales socios de Londres en la materia son los Estados Unidos de Norteamérica y algunos países del Commonwealth, sin dudas la colaboración con los países europeos es vital para los británicos.  

 

Por ahora prácticamente no se habla de la posibilidad de revertir la decisión de abandonar Europa.

 

Hablar del Brexit y del debilitamiento europeo es una obviedad y consideramos innecesario hablar del debilitamiento de Occidente, máxime a la luz (o a la sombra) de los deseos de Macron y Merkel de formar un ejército europeo.

 

Nos interesa remarcar el debilitamiento británico. En primer lugar está el problema de la frontera de Irlanda del Norte, un tema complejo que no es el que queremos tocar en este artículo. Estamos hablando de los daños que el Brexit ya está causando. Lo que ya está ocurriendo es la lucha política interna entre oficialismo y oposición y dentro del propio oficialismo británico. Theresa May parece estar enfrentando varios complots de gente de su entorno. Las pruebas no son contundentes pero los rumores son reiterados, crecientes y no exentos de lógica y previsibilidad. La tensión interna en el Reino Unido es evidente y sus consecuencias no desaparecerán de un día para el otro. Entre tanto la fecha límite para llegar a un acuerdo se acerca con rapidez. Los funcionarios de la UE no ocultan su tedio respecto al tema y en el reino insular el nerviosismo crece. Pase lo que pase de acá en más, el daño ya está hecho y en parte será duradero.

 

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Mientras los políticos británicos de la oposición lapidan verbalmente al Ministro de Defensa Gavin Williamson por su insulso e inconsistente Programa de Modernización de la Defensa, parte de la prensa de su país directamente optó por ridiculizarlo al más sarcástico de los estilos del humor inglés. 

 

Queda un máximo de apenas tres meses para que Gran Bretaña resuelva respecto a su salida de la Unión Europea (UE). Puede decidir no irse (algo ya jurídicamente difícil pero no imposible); puede irse aceptando un acuerdo con la UE o puede irse sin arribar a un acuerdo (no-deal Brexit). Las consecuencias de la última posibilidad son difíciles de predecir. Algunos políticos dicen que no serían graves pero muchos empresarios y economistas pintan un escenario casi catastrófico o abiertamente caótico. Sea como fuere los británicos ya perdieron.

 

Nadie los está obligando a irse de la UE. En un escenario europeo complicado prefirieron aislarse a seguir dando batalla en defensa de sus posturas. A menudo comprendimos y hasta hemos simpatizado con algún planteo del Reino Unido con respecto a las políticas de la unión del Viejo Continente.

 

Gran Bretaña es un reino insular y eso influye en la idiosincrasia de sus habitantes. Cierto grado de aislamiento los hace sentir cómodos y seguros pero ahora están llevando sus sentimientos al extremo. Tal vez en estas circunstancias de paroxismo de encierro Argentina pueda ofrecerles vuelos de alguna aerolínea de bajo costo que los unan a alguna de nuestras ciudades. Disculpen el amargo sarcasmo.

 

 

El Ministro de defensa británico, Gavin Williamson, acaba de hacer público el Programa de Modernización de la Defensa. El mismo es un documento que llevó un año de elaboración. Acabamos de leerlo y debemos coincidir con los propios analistas británicos en que es vago, inconsistente y que deja más dudas que certezas. Es una aburrida lista de expresiones de "buenos" deseos, por la cual el Reino Unido debería convertirse nuevamente en una superpotencia militar. También debemos coincidir con los analistas en que no pasa de los deseos, que prácticamente no dice nada concreto, que no expresa de dónde surgirán los fondos para dotar a las fuerzas armadas británicas de mayor poder letal acumulando armas, equipo y material para hacer inteligencia - según enuncia. En términos generales el documento fue tildado de soso y sobre todo sin información de dónde se pretende sacar dinero en un presupuesto cada vez más teñido de tinta roja. 

 

Es precisamente el aspecto financiero el que más preocupa a los analistas y a los expertos de la oposición. Con un Brexit que se presenta cada vez más traumático y que podría poner en peligro la economía británica; con el programa de modernización dependiendo de la revisión de gastos en otras áreas del gobierno de Londres y hasta con una buena carga de incertidumbre política, el ministro logró sembrar más dudas que certezas. Nadie intentó disimular eso.

 

En ese contexto insistimos en lo incomprensible de la actitud del gobierno argentino que en estas circunstancias se muestra cada vez más blando en su política respecto a las Islas del Atlántico Sur. La Constitución Nacional es clara: "La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios martítimos e insulares correspondientes por ser parte integrante del territorio nacional. La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes, y conforme a los principios del Derecho Internacional, constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino." ¿No la leyeron o no les importa?

 

 

El 22 de noviembre escribíamos que "el Reino Unido incrementará su asistencia militar a Ucrania, desplegando tropas adicionales y un buque de la Royal Navy (RN) para defender (¿ahora?) a los ucranianos, su territorio, su forma de vida. El buque a enviar será el HMS Echo, un buque hidrográfico de la Marina Real con una tripulación de 72 marinos". En algún momento del año próximo la RN dejará el buque desplegado en el Mar Negro para demostrar su (al menos simbólico) apoyo a la libertad de navegación en esa región. Por el momento se sabe que el día 17 del presente mes de diciembre el HMS Echo entró al Mar Negro "en visita". Lo hizo en el marco de acuerdos celebrados entre Ucrania y Gran Bretaña el 21 de noviembre del corriente año durante una visita a Londres del Ministro de defensa de Ucrania Stepan Poltorak. El día 19 de este mes el buque hidrográfico llegó al puerto de Odesa, la tercera ciudad más populosa de Ucrania.

 

Recordemos que el ex jefe de de la Royal Navy, Alan West, afirmó que "si las cosas se están calentando en el Mar Negro, no es una buena idea enviar a un lugar peligroso un barco que no sea capaz de protegerse a sí mismo". El HMS Echo fue botado en marzo del 2002 y fue diseñado para llevar a cabo una amplia gama de trabajos de investigación - incluido el apoyo a las operaciones submarinas y anfibias - a través de la colección de datos oceanográficos y batimétricos. Debido a sus características de buque multipropósito también está equipado para apoyar la guerra de minas y operaciones anfibias. Para asegurarse de que pueda operar en cualquier entorno, posee armamento. Éste consiste en cuatro ametralladoras de uso general, dos o tres ametralladoras Minigun y uno o dos cañones de 20 mm. También puede y suele llevar un pequeño destacamento de Royal Marines.

 

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En diciembre, con la llegada de la Navidad y del Año Nuevo, los días se vuelven un tanto sobrecargados de trabajo, en la oficina es necesario hacer una relación de las cosas importantes que se deben cerrar en el mes, como contratos y proyectos, a fin de empezar enero de la mejor manera y con cierto orden. Además, hay que hacerlo con anticipación necesaria ya que en muchas empresas estos días de fiesta son de vacaciones y es mejor terminar ciertos pendientes a fin de no interrumpir esos días de descanso.

 

Esto nos puede ayudar:

 

        Revisar los contratos a fin de negociarlos o cerrarlos, es fin de año.  Igualmente, si hubieran proyectos, tratar de terminarlos.

    

        Buscar personal de reemplazo o dejar a algún compañero que no tomará vacaciones algún pendiente que requiera respuesta.

        

        Limpiar el escritorio, ordenar y organizar los papeles, de tal manera que el retorno en enero sea más relajado.

 

        Revisar la agenda y escribir lo necesario sobre los temas que quedaron pendientes.

 

        Organizar las vacaciones, a fin de aprovechar de la mejor manera estos días de descanso.  Y si hubieran temas que tratar en estos días, de preferencia poner un horario para revisar el correo y responder; la idea es tener tiempo para el recogimiento y luego descansar, desconectarse, renovarse y sobretodo compartir con nuestros seres queridos.

 

 

 

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El pasado mes de septiembre un buque de la Guardia Civil española "presenciaba" a corta distancia la salida al mar de un submarino británico de propulsión nuclear de la Clase Trafalgar desde la base británica de Gibraltar. El submarino era escoltado en su partida por una patrullera de la Marina Real británica. Los ingleses aseguran que el buque español no respetó el perímetro de seguridad que se había establecido alrededor del submarino, nave capaz de portar misiles crucero con ojivas nucleares. Tras algunos avisos la patrullera inglesa disparó una bengala de advertencia hacia la nave de la Guardia Civil.

 

El pasado viernes 14 de diciembre, a semanas del hecho anterior, una nave española comenzó a seguir al submarino de ataque británico HMS Talent mientras éste abandonaba la base británica en Gibraltar. La nave española habría abandonado la persecución al acercarse a la misma una pequeña nave británica con base en el peñón. Así lo informó el tabloide sensacionalista The Sun aunque hasta el momento no pudimos verificar el hecho. La noticia fue rápidamente recogida por el medio ruso Sputnik International. Sputnik suele dar cuenta de las actividades de los submarinos británicos que recalan en el peñón. 

 

Con un Brexit complicado la cuestión Gibraltar vuelve al tapete. Si bien reprobamos las actitudes a menudo riesgosas que suelen adoptar los españoles al participar de estos incidentes, no podemos negar que su tesón respecto a sus reclamos en torno a la colonia británica despierta en nosotros simpatía y solidaridad.